Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos

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244 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 0 / 2012 la expresión “desarrollo pacífico chino”. Un periodo que, primero liderado por Mao, rompe radicalmente con la injerencia externa, devolviendo el orgullo a su pueblo. Pero que, en este caso, abandona su historia y tradición, envolviendo su liderazgo en un estancamiento económico, en aras de una pureza ideológica ajena a su propia cultura, que el mismo Mao reconoce como un intento fallido1. Sólo del maridaje de las dos características mas queridas por el pueblo chino, or-gullo y tradición, que se ejemplariza en la simbiosis de sus dos grandes ideólogos, Confucio y Mao, en el mausoleo de la plaza de Tiananmen. Linaje y tradición, cultura y desarrollo, el progreso científico que busca un desarrollo harmónico que mantenga la estabilidad de su propio universo. Utilizando y apoyándose en aquellos elementos necesarios de espacio exterior, pero con una especial sensibilidad para que no se intro-duzcan efectos perversos en una estructura que siempre se reconoce como inestable. El autor intenta comprender las obsesiones de un pasado no demasiado lejano, que vive con los fantasmas de una historia que comienza con la primera guerra del opio, en 1839. Un pueblo que se siente dueño de una oportunidad histórica para volver al lugar que nunca debió abandonar. Este cuadro de avance y retroceso, de juego con el tiempo como factor de carácter político y estratégico, donde la escenificación y los procedimientos juegan un papel determinante, se estudia con detalle en los relatos de sucesos de la plaza de Tiananmen, en 1989. En definitiva, Kissinger, que continúa en la esfera internacional dirigiendo la con-sultora, de su propiedad, “Kissinger Associates” nos presenta dos filosofías que se de-ben comprender para lograr entenderse, y así ser capaces de colaborar en un mundo que necesita, más que nunca, ser tolerante con la diversidad. “El excepcionalismo misionario americano… que pretende, como obligación moral, extender sus valores por todo el mundo”. Y “el excepcionalismo cultural chino… que no pretende ganar proséli-tos ni reclamar que sus instituciones sean relevantes fuera de China…, aunque tiende a clasificar a los demás estados en varios niveles tributarios con relación a la aproxima-ción a su cultura y formas”. Dos sentidos de la vida que orientan el conocimiento de la realidad y que el autor ejemplariza en dos juegos estratégicos de mesa, el ajedrez y el weigi. 1  Henry Kissenger en la obra, explica que en una de las entrevistas entre Nixon y Mao, el primero, pretendiendo ser complaciente con su anfitrión, reconoce la gran transformación conseguida por Chi-na, que Mao, con voz triste agradece; pero asegura que no es real. En sus propias palabras considera que, sólo en algunas pequeñas zonas cerca de la capital, se ha producido algún cambio.


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