Page 198

REVISTA IEEE 0

198 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 0 / 2012 dinámica radical en la que había entrado el islamismo político en las dos últimas décadas. Desde entonces, sus líderes se centraron en su conciliación con los métodos pacíficos para transformar la sociedad, que no significaba la renuncia a sus principios y valores religiosos. En definitiva, se trataba de una vuelta a los orígenes ideológicos que permitiera consolidar esa confianza, que ya se había extendido en la sociedad egipcia a través de su solidaridad. A pesar del rechazo a la violencia, los Hermanos Musulmanes nunca han condena-do abiertamente la ideología y métodos de al-Qutb. Más bien los han justificado como la “resistencia” lógica a la opresión gubernamental, fruto de su connivencia con las po-tencias extranjeras. Sí es más evidente es el rechazo al islamismo radical, especialmente de al-Qaeda. Las posiciones concretas sobre las situaciones de Palestina o Iraq todavía dan lugar a distintas interpretaciones. Aun con estas ambigüedades, para Mubarak la condena de los atentados del 11-S también supuso un cambio en su actitud respecto a los Hermanos Musulmanes. Re-sultado no sólo de su iniciativa particular, sino por el aliento procedente del exterior. Ya no se pudo ignorar o tapar a la fuerza la realidad que subyacía debajo de esa aparien-cia democrática. Entre otros motivos porque su arraigo entre la sociedad era tal, que su contención actuaba directamente sobre la opinión, cada vez más impopular, que los ciudadanos tenían del régimen. Este descrédito había crecido notablemente desde que se manifestara la voluntad de perpetuar la dictadura con la sucesión de Gamal Mubarak en la Presidencia12. Por otra parte, la auténtica moderación de los Hermanos Musulmanes parecía que podría llegar a través de su visibilidad social. El encaje de estos en el juego político podría resultar una vía para la aceptación de las bases de un Estado secular, en el que tuvieran cabida. Al fin y al cabo, en aquellos momentos –2001- la aparición del Partido Justicia y Desarrollo en Turquía, demostraba la compatibilidad entre el Islam político y el sistema de partidos democrático. Por tanto, el cambio más notable de su historia tuvo lugar al permitirse la parti-cipación de algunos candidatos independientes, con su propia identidad como Her-manos Musulmanes, en los comicios electorales de 2005. Pasaron a tener un estatus híbrido, consistente en ser tolerados, pero no legalizados. Los resultados no sirvieron para calibrar su aceptación real en la sociedad, pero al menos permitieron su represen-tación parlamentaria: 88 diputados de 454. Esta participación no fue suficiente para acallar las críticas al régimen. Por el contrario, Mubarak se vio movido a prolongar sus medidas restrictivas, manteniendo encarcelados a un tercio de los miembros de la Hermandad, entre los que se hallaban algunos de los líderes más significativos. En el ámbito local, muchos de los diputados electos vieron limitadas sus actuaciones e incluso fueron igualmente arrestados. 12  La influencia que este aspecto tuvo en el estallido de la “Revolución del 25 de enero” puede con-sultarse en: Lampridi-Kemou, Athina: “Egipto la revolución inconclusa”, Informe sobre las revueltas árabes. Madrid, Ediciones del Oriente y el Mediterráneo, 2011. Pp. 59 y ss.


REVISTA IEEE 0
To see the actual publication please follow the link above