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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 129

MISIóN NOOTkA 1789. EL DIARIO DE VIAJE DE FRAy FRANCISCO MIGUEL SáNCHEz exploración de nuevos territorios, junto a los intrépidos marinos y los capellanes principales, siempre figuraba un grupo de misioneros. Con este designio, la misión en Nootka debía recopilar toda la información posible sobre el lugar y sobre los naturales, en cuyas costumbres, estilo de vida o nivel de conocimiento de Dios debía indagar. La evangelización y educación de la población autóctona se acomodaría a la información así recabada, por cuanto, si bien no solo se proyectaba educar en la cristiana fe, sino hacer de ellos españoles a carta cabal, enseñándoles el castellano e inculcándoles las costumbres del país, se pretendía hacerlo sin violencia, armonizándolas con las tradiciones autóctonas, hacia las que España mostraría mucho más respeto que las restantes naciones que recalaron por esas tierras, como corroborarían los propios nativos. Pero la misión no duró el tiempo necesario para que el proyecto fraguara, y la famosa crisis de Nootka forzó a los españoles a retirarse definitivamente del territorio en 1795, cediendo el asentamiento a los ingleses. Pasemos ya a adentrarnos en el diario de fray Francisco Miguel Sánchez, al hilo del cual desgranaremos paso a paso los avatares de la misión encomendada a estos cuatro frailes franciscanos en los confines del imperio español. Salida del puerto de San Blas a bordo de la fragata Princesa La salida del puerto de San Blas fue complicada. El tiempo provocó un retraso de dos días respecto de la fecha prevista de partida (17 de febrero), y tampoco colaboró durante la travesía hacia la costa canadiense. El 4 de abril, fray Francisco escribía en su diario al respecto: «Nos entró un temporal sumamente recio, el que continuó hasta el veintidós del mismo mes, por cuyo motivo padecimos graves sustos, e incomodidades todo ocasionado de los fuerte balances del barco y de los muchos y repetidos golpes de agua que entraban en él, no obstante de haber puesto las diligencias posibles para defensa del agua, cerrando puertas, compuertas y escotillones, a casi todos, se nos mojaron las camas, por estar las puertas del barco, mal acondicionadas». El invierno en el Mar del Sur septentrional es gélido y duro, por lo que era presumible que algún miembro de la tripulación cayese enfermo como consecuencia del frío, cuya dureza no sería extraño que incluso provocase algún fallecimiento, como de hecho ocurrió el 25 de abril: «Mandó el Sr. Capitán se estardigasen las anclas. Por la noche se experimentaron repetidos chubascos de agua y granizo acompañado de un viento frigidísimo, cosa que maltrataba y acobardaba bastante a la gente criolla por serle este temperamento nocivo, pero se les alentaba con buenas palabras y mejores tragos de mezcal y de aguardiente. Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 15


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