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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 129

FRANCISCO FONT BETANzOS El 24 de noviembre de 1896, con dos calderas en servicio únicamente, el crucero se disponía a hacer pruebas particulares de máquinas que en último término hubieron de suspenderse por razones de seguridad, ya que el buque tomó arrancada arrastrando las anclas. Tanto los ingenieros como la comisión inspectora del astillero se mostraron muy satisfechos del resultado. El 5 de diciembre de 1896 se verificaron las pruebas oficiales de todos los aparatos y máquinas, tanto principales como auxiliares, exceptuando las relativas al timón y a las anclas. Una vez realizadas las demás pruebas pendientes y las de velocidad con la corrida de la milla, el buque podría entrar en dique y efectuar las últimas operaciones en seco. La comisión inspectora, que salió muy complacida del resultado de la pruebas, estaba integrada por el capitán de navío josé María jiménez Franco, el de fragata Ángel Miranda y Cordornié, el ingeniero jefe de 1.a clase Toribio Gil, el teniente coronel de Artillería de la Armada joaquín Rodríguez Alonso, el teniente de navío de 1.ª clase e ingeniero naval Ricardo Fernández de la Puente y el maquinista mayor de 1.ª clase juan Sarriá y Herrera. El 4 de enero de 1897 se practicaron nuevas pruebas particulares de velocidad, que no sirvieron para evaluar el rendimiento pleno del crucero, ya que únicamente llevaba encendidas ocho calderas, al par que las hélices iban equipadas con tan solo dos palas —el montaje de las restantes, que se debía efectuar en el dique de Cartagena, estaba pendiente—. El Carlos V efectuó varias veces el recorrido entre el faro de San Sebastián y Torregorda. En el curso de estas tandas, la velocidad fluctuó entre 11,5 y 12 nudos calculada por corredera, y entre 10,5 y 11 por marcaciones, señalizando los tacómetros en el momento de las pruebas entre las 58 y 60 revoluciones. En las pruebas de evolución, el buque describió un círculo de 250 a 300 metros, con el timón a la banda y las dos máquinas avante. El encargado de la dirección fue el capitán de fragata Aguirre. La comisión inspectora estaba integrada por los siguientes señores: capitán de navío jiménez, comandante del Carlos V; capitán de fragata Miranda, segundo comandante; teniente coronel de Artillería Rodríguez Alonso; ingeniero jefe de 1.ª Gil, y maquinista Sarriá. Los encargados de la dirección de la propulsión del buque fueron los señores Navarro y Genescà i Corominas, director de maquinaria del astillero Vea y Murguía y representante de la Maquinista Terrestre y Marítima, respectivamente. También asistieron los señores Vea-Murguía, Noriega y Lacalle y los ingenieros Rechea y Fuster. La impresión general de los asistentes fue totalmente satisfactoria. El día 5 salió para Cartagena, en cuyo dique limpió fondos, para partir el 11 de febrero hacia Cádiz con vistas a realizar las pruebas oficiales, viaje donde alcanzó una velocidad de 15 nudos. El 10 de marzo de 1897 se realizaron las pruebas que podían ser calificadas de definitivas y concluyentes para que, una vez superadas, el Carlos V pudiera ser entregado al Gobierno, lo que podía suceder para finales de abril. Los ingenieros Fuster y Rechea fueron los encargados de recibir a las distintas comisiones e invitados. Estaban presentes los señores Noriega, gerente del astillero, y el abogado del mismo Agustín Moyano. Todos pudieron observar 44 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 129


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