Page 46

REVISTA DE HISTORIA NAVAL 129

UNAS ANOTACIONES SOBRE LA CONSTRUCCIóN y BOTADURA DEL CRUCERO... lo adelantados que se encontraban los trabajos de acomodación, admirando la cámara del almirante y todas sus dependencias, las de los jefes y oficiales y los comedores, que lucían lujosísimos adornos en bajorrelieve y ricos zócalos de mármol. A tal respecto debemos detallar que en la decoración de las cámaras del Carlos V, construidas en el astillero de la Trasatlántica, colaboraron los artistas gaditanos justo Ruiz Luna, Andrés Pastorino Rivera, Pérez, Federico Godoy, juan Rosado y Felipe Abárzuza, según el proyecto y dirección del ingeniero de la factoría Adolfo García Cabezas. Así, en el comedor de los jefes lucían tres cuadros de Andrés Pastorino que recreaban las distintas colonias españolas esparcidas por los mares del mundo. En el despacho del almirante, decorado con molduras de caoba de América, se exhibía una alegoría al óleo de Felipe Abárzuza que representaba la apoteosis de las glorias de la Armada, y en el comedor, 11 marinas de Ruiz Luna mostraban diferentes tipos de buques, como la carabela Santa María, unas galeras del siglo XVI, el navío Santísima Trinidad, las fragatas Blanca, Numancia y Gerona en persecución de la corbeta chilena Tornado, los torpederos Furor y Terror, los gloriosos hechos de Lepanto y Trafalgar y un estudio de fantasía con los estremecedores restos de un naufragio. Decoraban el salón del almirante seis tapices con sendas efigies de Cortés, Pizarro, Almagro, Elcano, Magallanes y Vasco Núñez de Balboa, todos ellos obra de Federico Godoy. En el frente principal del salón se encontraban, además de un armario con la bandera de combate, los retratos de S.M. Alfonso XIII y su augusta madre, María Cristina, y entre los dos, una estatua de cuerpo entero del emperador Carlos V, armado, sin casco y con el cetro en la mano. A las nueve de la mañana, el buque salió de Cádiz, navegando rumbo oeste a una velocidad de 10,5 nudos, con un régimen de máquinas de 46 r.p.m. Las primeras pruebas le correspondieron al departamento de máquinas, que según contrato debía invertir en ellas dos horas. El Carlos V llevaba encendidas siete calderas, seis para el funcionamiento de las máquinas principales y una más para las auxiliares. Las primeras trabajaban a 9 kilogramos de presión. Durante los ejercicios estuvieron inspeccionando las máquinas el general Reinoso, el comandante del buque, jiménez Franco, los tenientes de navío ingenieros navales Rubio y García Loma, el maquinista de la Armada Sarriá y algunos otros miembros de la comisión. Se efectuaron nuevas pruebas para determinar el radio de acción que debía alcanzar el crucero, que resultó ser superior a las 12.000 millas fijadas en el contrato. Una vez finalizadas, se pasó a recorrer seis veces la base medida en la costa de Rota, de dos millas, tres en dirección norte y las otras tres hacia el sur, trayecto durante el que el Carlos V alcanzó una velocidad de 11,5 nudos con 50-52 revoluciones de sus hélices. Cumplido este período de prueba, el buque puso proa al cabo de Santa María para efectuar un recorrido constante de cuatro horas, a una velocidad de 11,50 nudos, con objeto de determinar el consumo, que resultó ser de 1.250 kilogramos por hora. Por la tarde, tras la cena, en la reunión mantenida por las distintas comisiones inspectoras sus integrantes mostraron su satisfacción por las pruebas, cuyo resultado había superado las expectativas, y por la ausencia de contra- Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 45


REVISTA DE HISTORIA NAVAL 129
To see the actual publication please follow the link above