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BOLETIN IEEE 6

409 sus características, con lo que ha desarrollado estructuras semejantes a las de cualquier otro Estado soberano. A la vez que se ha impuesto como el grupo yihadista que más combatientes internacionales1 ha conseguido atraer hacia sus filas, demostrando unas enormes habilidades en el uso de las nuevas tecnologías de la información y de las redes sociales para su campaña propagandística, ha sabido aprovecharse de manera claramente mejor que otros grupos de las condiciones materiales y el contexto global que se le han presentado. Mientras tanto, los tiempos del populismo están aquí. Desde EE.UU. a Europa y previamente en Latinoamérica, los movimientos políticos de carácter populista no dejan de captar la atención del público y de conquistar plazas en el escenario político de todos los Estados. Washington ha sido la última torre en caer, pero el fenómeno apareció antes en países tan diversos como Suecia, España, Grecia, Hungría, Reino Unido, Francia o Países Bajos. Muchos de ellos, los de remarcada tendencia derechista, han alimentado su argumentario xenófobo precisamente gracias a las acciones y atrocidades del Dáesh. El grupo, a su vez, como si de un oscuro reflejo se tratara, se ha servido del racismo y la exclusión social que sufren millones de musulmanes integrantes de dichas sociedades para atraerlos hacia sus filas. ¿No estaremos, pues, ante un mismo fenómeno de tipo global? ¿No será acaso el Dáesh un fenómeno populista más en el escenario internacional, marcado por las particularidades del imaginario islamista y de sus precedentes ideológicos yihadistas? Si así fuera, el Dáesh no sería sino la reacción en el seno del mundo musulmán contra los cambios sucedidos a lo largo y ancho del planeta y una forma de aferrarse algo tras la decepción de las esperanzas incumplidas con el fin de la Guerra Fría. La versión islámica de los discursos de Donald Trump, el Frente Nacional o Pegida. El propósito de este análisis es, por lo tanto, el de averiguar si el Estado Islámico puede 1 Los combatientes extranjeros son conocidos como muhayirin («migrantes») en términos islámicos. Los migrantes originarios fueron los primeros conversos, aquellos que emigraron con el profeta en su huida de la Meca a Medina el año 622 d. C., donde sentaron las bases del primer sistema político islámico. Esta primera hijra («migración») marca además el inicio del calendario musulmán. La práctica musulmana de viajar de manera voluntaria y al margen de los ejércitos regulares para ayudar en batalla a otros miembros de la umma («comunidad») no es nuevo; no obstante, las cifras de reclutamiento alcanzadas por parte del EI carecen de precedentes. Además, ciertas características, como la edad, el sexo o sus conocimientos sobre el islam, también los diferencian de las olas precedentes: los combatientes que marchan a Siria son notablemente más jóvenes que sus predecesores; se ha reducido el rango de edad desde los 25-35 años a los 20-24 e incluye adolescentes o madres con sus hijos pequeños (Coolsaet, R. «Jihad as a lifestyle», en Freedom from Fear Magazine. 2015. Consultado el 30 de enero de 2017. Disponible en http://f3magazine.unicri.it/?p=1088). bie3 ůĚŝƐĐƵƌƐŽĚĞůƐƚĂĚŽ/ƐůĄŵŝĐŽ͗ĞůƉŽƉƵůŝƐŵŽĚĞKƌŝĞŶƚĞWƌſdžŝŵŽ ĂŶŝĞůZŽƐƐĞůůſZƵďŝŽ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϰϮͬϮϬϭϳ ϰ


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