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483 Introducción Tras dos Administraciones estadounidenses tan opuestas, está por rubricar la hoja de ruta que estipulará el presidente Trump y su gabinete republicano para recuperar la cercanía diplomática con Israel1; y obviamente, lo que conlleva por ello la causa palestina —asunto eternamente casado al Estado judío— en la agenda del Despacho Oval. Sus antecesores no podían haber tomado políticas más distantes entre sí: George W. Bush, con una Administración repleta de «halcones» neoconservadores2 marcaron una pauta proisraelí determinada a respaldar al ejecutivo judío. Por su parte, el presidente Barack Obama se mostró crítico con la inflexibilidad política y dureza militar del Gobierno israelí a lo largo de sus dos legislaturas. Sus dos secretarios de Estado, primero Hilary Clinton, más tarde John Kerry, se postularon para dar la oportunidad a israelíes y palestinos moderados de alcanzar un acuerdo final que garantizara la creación de un Estado palestino soberano. Todo ello resultó en vano dada la tendencia ideológica en el parlamento israelí y la competencia islamista que encaraba la Autoridad Nacional Palestina en el frente político. La disyuntiva contante, origen de la dureza negociadora de Gobierno israelí, procede de su visión estricta de la situación política palestina: tienen dificultades reales para diferenciar al ala moderada, la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con el radicalismo islamista de Hamas3. Más aún cuando el escepticismo del Likud y el de sus socios se ha dilatado, propiciado por la reconciliación política de ambos órganos palestinos tras años de confrontaciones4. 1 «Con esta reunión, Estados Unidos reafirma el vínculo irrompible con nuestro aliado israelí … Nuestra alianza se basa en nuestros valores compartidos», así comenzaba Donald Trump la rueda de prensa en la Casa Blanca con Benjamín Netanyahu a su lado el pasado 15 de febrero. 2 Donald Rumsfeld (secretario de Defensa), Colin Powell (secretario de Estado), Dick Cheney (vicepresidente), Condoleezza Rice (consejera de Seguridad Nacional). 3 Hamas es considerada organización terrorista por Estados Unidos e Israel, no por la Unión Europea, que la borró de su lista negra en 2014. 4 A pesar de haber firmado el pacto que dio lugar al Frente de Unidad Nacional, existen enormes diferencias entre Hamas y la ANP. De hecho, dada la situación extrema de Gaza, la popularidad de Fatah se ha ido desgastando y son cada vez más los palestinos que aprueban la acción extremista de Hamas, ya que ven que la vía pacífica los mantiene bajo bloqueo en la franja y encerrados en Cisjordania. Incluso el lider de Fatah en Gaza, Mohamed Dahlan, es cada vez más próximo a Hamas. bie3 /ƐƌĂĞůLJdƌƵŵƉ͗ĂůĂĞƐƉĞƌĂĚĞůĂĐƚŽƌĂŵďŝǀĂůĞŶƚĞ :ĂĐŽďŽDŽƌŝůůŽ>ůŽǀŽ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϰϳͬϮϬϭϳ ϯ


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