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756 Tras Mandela, su sucesor, Thabo Mbeki30, guió al país durante cerca de quince años de estabilidad macroeconómica y crecimiento económico. Sin embargo, la política exterior sudafricana comenzó a decaer rápidamente, perdiendo el poderío que ostentaba en la primera década democrática, de forma que los colores del arcoíris parecen ahora difuminados. La política exterior sudafricana ha experimentado una fuerte regresión, y se ha tornado «desorientada e inmoral»31. Y lo ha hecho muy rápidamente. Todavía en 2011, Sudáfrica defendía su posición de líder natural subsahariano y su compromiso para la defensa de la libertad, la democracia y los derechos humanos tanto en África como globalmente. Asimismo, señalaba la necesidad de ser parte activa de la comunidad internacional, reconociendo la importancia del multilateralismo y de actuar bajo la arquitectura de Naciones Unidas y las Instituciones de Bretton Woods32. Sin embargo, la política exterior sudafricana ha pivotado claramente hacia Rusia y China durante la presidencia de Jacob Zuma. Sudáfrica ya no apoya un panorama internacional cuyas señas de identidad sea el equilibrio multipolar que caracterizaba la visión de Nelson Mandela. Una muestra clarividente es el informe A Better Africa in a Better and Just World (2015)33, en el que queda claramente reflejado este cambio en los paradigmas. Este informe, que está llamado a establecer los parámetros de actuación en política exterior hasta 2020, señala, entre otros, dos objetivos prioritarios del CNA para Sudáfrica: en el plano económico, un acercamiento a China; y, en el político, salir del ámbito de influencia norteamericano y tomar la mano de Rusia. No hay duda de que China es el país con el que Sudáfrica realiza más intercambios comerciales34, valorados en 6.800 millones de dólares (aproximadamente un 9,2% de 30 De acuerdo con Jean Krasno y Sean LaPides en su libro Personality, Political Leadership, and Decision Making: A Global Perspective (2015), el presidente Mbeki era inflexible en el hecho de que Sudáfrica se mantuviese como un sistema democrático. Sin embargo, otros señalan que él fue quien comenzó a volver a «racializar» el discurso político sudafricano, y que el ala violenta de los partidarios de Zuma fue nutrida por la política excluyente y estilo autoritario de Mbeki. 31 Así lo señalaba un artículo de The Economist, titulado «South Africa’s foreign policy. Clueless and immoral», con fecha de 3 de septiembre de 2015. 32 Así se establecía en el borrador final del documento «Building a Better World: The Diplomacy of Ubuntu», un informe sobre la política exterior sudafricana, el 13 de mayo de 2011. 33 Informe «A Better Africa in a Better and Just World», elaborado por el Congreso Nacional Africano en las discusiones en torno a la elaboración de sus políticas durante su Consejo Nacional General en octubre de 2015. Este texto fue elaborado por miembros prominentes del CNA, entre los que figuraban el vicepresidente Obed Bapela y la exmujer del presidente Zuma (y posible sucesora como cabeza del CNA y de la Presidencia), Nkosazana Dlamini-Zuma. 34 Tal y como señala el Banco Mundial: http://wits.worldbank.org/CountrySnapshot/en/ZAF/textview (visitado el 12 de mayo de 2017). bie3 ^ƵĚĄĨƌŝĐĂ͕͎ƵŶƉĂşƐĂůĂĚĞƌŝǀĂĞŶĞůŶƵĞǀŽŽƌĚĞŶŵƵŶĚŝĂů͍ :ƵĂŶŶŐĞů^ŽƚŽ'ſŵĞnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϲϭͬϮϬϭϳ ϭϲ


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