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ARMAS Y CUERPOS 136

Armas y Cuerpos Nº 136 83 A la limpieza diaria de los cascos hay que añadir la comprobación del estado de las herraduras y los clavos que las sujetan. Cuando se ha levantado alguna robla (punta del clavo), ésta puede herir con facilidad la mano o pie del otro lado. Si se lleva alguna de las herraduras suelta, se corre el peligro de que se doble al correr o caminar y, al romperse con el peso del caballo, pueda herirlo o provocar una mala caída. Cuando el caballo ha perdido alguna herradura, puede seguir trabajando, pero sólo sobre suelos blandos. Es tan importante la limpieza de los cascos que los jinetes cuidadosos llevan un limpia-cascos cuando salen al campo, para poder intervenir en éstos si el caballo empieza a cojear. El caballo en ejercicio Como cualquier deportista, también un caballo debe calentar antes de iniciar una tanda de ejercicios, especialmente si los va a realizar tras un periodo de reposo como, por ejemplo, al comienzo de la jornada. Si vamos a trabajar con un caballo estabulado, aún debemos ser más cuidadosos y progresivos en el calentamiento. Es muy común ver jinetes que equipan a su caballo en la cuadra, y nada más salir se montan para iniciar el trabajo, sin dar tiempo a que el dorso del caballo haya calentado. Imaginemos por un momento que según nos levantamos nosotros de la cama, tras seis o siete horas de reposo, nos pusieran una mochila de 15 kilos… No sería agradable para nuestra espalda. Lo ideal es poder trabajar un rato a la cuerda al caballo antes de montarnos para iniciar el ejercicio, pero si no hay tiempo, al menos deberemos mover diez minutos al caballo al paso pie a tierra, y posteriormente, ya montados, empezar siempre con diez minutos suaves de trote. Cuando concluye el ejercicio, también es necesario que la actividad cese de una forma gradual. Todo caballo debe acostumbrarse a beber durante el ejercicio y siempre que éste haya sido fuerte, es necesario darle agua, haciendo que la beba en pequeños tragos. Sin embargo, tras un ejercicio duro no es conveniente dar al caballo mucha comida. Lo que sí debe hacerse es refrescarlo, ayudándole a que camine al paso unos diez minutos y lavándole posteriormente el sudor. La forma correcta de iniciar este lavado es pasar una esponja por las zonas sudadas, especialmente la zona de la silla, entre las patas y bajo el vientre, y evitar las corrientes de aire frío. Después se desata al caballo y se le pasa la esponja por las zonas que han estado en contacto con la cabezada. Se elimina el agua sobrante tras el lavado con un secador de sudor; si el tiempo es caluroso puede dejarse que el propio calor ambiental la evapore. Las cuartillas y los talones hay que secarlos bien tras el lavado. No se debe dejar al caballo en la cuadra si no está bien seco, en todo caso se le dejará con una manta que lo mantenga abrigado mientras termina de secarse.


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