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MEMORIAL INFANTERIA 77

MISCELÁNEA en la crítica situación en que se halla, debido al atroz usurpador Bonaparte, es igual a la de un hijo que viendo a su padre enfermo, pero de un mal que probablemente se salvaría, lo asesina en la cama por heredarlo”. La Junta revolucionaria intenta por todos los medios que cambie su opinión y les responde Liniers: “¿Quisiera usted que en el último tercio de mi vida me cubriese de ignominia, quedando indiferente en una causa que es la de mi Rey? ¿Qué por esta infidencia dejase a mis hijos un nombre, hasta el presente intachable, con nota de traidor?... Quiero que todo el mundo conozca mi modo de pensar, en la inteligencia, que ni con el dogal al cuello, ni con la cuchilla en la garganta, desmentiré estos sentimientos”. Antes de salir hacia la Península, el depuesto Virrey le ordena oponerse a la Junta revolucionaria, resistiendo a la fuerza con la fuerza, como corresponde a un General que está en plena libertad de acción frente al enemigo. No era preciso esa orden pues su honor de Oficial español ya le impulsaba pero la obediencia a la orden de Cisneros, y la confianza que éste deposita en él le enaltecen aún más, y comienza Liniers a hacer los preparativos para ponerse en campaña. Conocida por la Junta de Buenos Aires la actitud de Liniers, y su apreciación de que sus miembros merecían ser condenados a muerte, ellos, en reciprocidad, le condenaron a él a idéntica pena. Liniers reunió junto con de la Concha, unos dos mil hombres en tierras de Córdoba, pero conforme se fueron acercando a Buenos Aires, fueron 84 desertando. Ya le quedaban muy pocos hombres cuando decidió retirarse, a esperar refuerzos de la Península, pero ya la desbandada fue general. Los cañones fueron abandonados después de ser clavados y quemadas las cureñas. En agosto de 1810 fueron aprehendidos todos los jefes. Liniers disparó sobre el oficial que mandaba la patrulla que lo apresó, pero no hizo blanco. Fue amarrado como si de un bandido se tratase. Tocando las cuerdas dijo que ello lo tendría siempre “como señal gloriosa de su fidelidad a la nación española”. Los demás fugitivos fueron también tratados brutalmente, sufriendo todos veinte días de malos tratos y de cruel incertidumbre, antes de ser fusilados. El día 26 de agosto, en un lugar conocido como el monte de los Papagayos, fueron ejecutados. A instancias de Liniers no se les vendó los ojos y recibieron de frente la descarga. Él y de la Concha quedaron tan solo mal heridos y fueron rematados por sendos pistoletazos que les disparó el oficial al mando. Fueron todos, sepultados en una zanja, pero unos patriotas los desenterraron y los llevaron a otro lugar más honorable. Al saberse la noticia corrió un clamor de estupor y horror. En España, en Inglaterra... El Gobierno español, en 1861 gestionó el traslado de los restos de Liniers y de la Concha y fueron sepultados en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, Cádiz. La Armada Española les considera como dos de sus principales héroes. Todos los buques de guerra argentinos que llegan a Cádiz rinden homenaje a Liniers y de la Concha. Fusilamiento de Liniers


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