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MEMORIAL ARTILLERIA 174-1

Lección del Dos de Mayo de 1808 El capitán Martín Areal leyendo la Lección del 2 de Mayo frente al monumento levantado en honor a sus Héroes . 23 El pueblo español, alarmado por la intención francesa de trasladar a Francia al infante D. Fran-cisco de Paula, último vestigio de la monarquía española, se aglomera en torno al Palacio Real con la intención de evitar tal hecho. Enterado el ge-neral Murat de tal resistencia, enseguida envía al lugar dos piezas de artillería que, sin advertencia alguna, abren fuego sobre la muchedumbre, que sale en retirada dejando atrás una escena san-grienta. Sin embargo, el sonido y efectos de esas piezas de artillería hicieron aunar un espíritu na-cional que ya nadie podría detener hasta la expul-sión de los franceses de suelo español. El exasperado pueblo español, independiente-mente de la condición social, salió a la calle para arremeter contra todo francés que pudiese en-contrarse. Sin embargo las tropas invasoras opu-sieron una implacable resistencia, dirigiéndose hacia la Puerta del Sol y otros puntos estratégicos de Madrid y arrollando a cuanta multitud se opu-siera a su avance. Donde la resistencia tuvo un carácter más for-mal fue en el Parque de Artillería establecido en el palacio de Monteleón. A él acudieron los ma-drileños en busca de armas y municiones. Se in-corporó al Parque el capitán de Artillería D. Luis Daoíz, seguido al poco rato de D. Pedro Velarde y una compañía de Voluntarios del Estado; en to-tal unos 71 militares, momento a partir del cual marcharon unidos, siempre unidos. Entre sus cuadros de mando estaba el teniente de Infante-ría Don Jacinto Ruiz Mendoza, otro de los héroes de la jornada. Daoíz, hombre disciplinado y reflexivo, mante-nía una gran lucha en su interior. Por un lado, las tropas españolas habían recibido la orden de no intervenir, pero por otra parte su patriotismo le impulsaba a entregar las armas al pueblo y lu-char contra el invasor. La presencia de Velarde precipitó los acontecimientos, pues permitió a la orden de Daoíz de “…las armas al pueblo…”, la distribución entre la indefensa población de sa-bles, fusiles, piedras de chispa y cartuchos. Una vez distribuido el armamento, la mayoría salió a la calle nuevamente y se dispersaron por todo Madrid, luchando valientemente contra los fran-ceses. Las puertas del Parque se volvieron a ce-rrar con una exigua fuerza en su interior, unos 80 hombres. Apenas habían tenido tiempo los defensores del Parque de organizar la defensa, cuando apare-cieron por la calle de Fuencarral tropas enemigas. La División del general Lefranc, había penetrado en la Villa, para ponerse en comunicación con las tropas situadas en la Puerta del Sol y en la plaza de Palacio, debiendo antes tomar el Parque. Los gastadores enemigos se disponían a forzar la puerta del cuartel, cuando a la voz de ¡fuego! de Daoíz hicieron una descarga los cañones coloca-dos en el patio, y al oír del cañón el estampido, les hizo a los defensores su sonido enardecer. Ante la agresión, los invasores huyeron en desorden. Sin pérdida de tiempo, dispuso Daoíz abrir la destro-zada puerta y sacar tres cañones para poder batir más eficazmente al enemigo. Las fuerzas francesas tuvieron que llevar a cabo hasta una tercera ofensiva, la más dura y sangrienta de todas, contra los defensores para poder hacer mella en su férrea defensa. Así, dos batallones en masa se lanzaron sobre aquel


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