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T R O P A S D E M O N T A Ñ A LA UNIDAD INDÍGENA DE 46 / / Revista Tropas de Montaña MONTAÑA En 1926, la impune huida de Ab-delkrim y posterior entrega a los franceses en Tizemuren cerca de Targuist, así como en 1927, el ataque en Tagsut a una compañía de Regulares que sucumbió entera y el llevado a cabo contra la Me-hal- la del capitán Ostariz en Taberrant, ponían de manifiesto que los restos del ejército rifeño no estaban derrotados y seguían dispuestos a reorganizarse y combatir desde sus centros de resis-tencia, establecidos en los principales macizos montañosos de Yebala, Gomara, Ketama y Senhaya. El 12 de abril de 1927, 14.000 efectivos de fuerzas de choque procedentes de Me-hal- las, Harkas, La Legión y Regulares, que se organizaban para realizar una operación de castigo y limpieza en las montañas que rodean Targuist, fueron sorprendidos por un violento temporal de nieve, obligando a interrumpir cual-quier movimiento de tropas, que a duras penas soportaron las extremas tempe-raturas durante varios días. La mitad de los efectivos de una de las columnas fue baja por congelación y la mayoría del ga-nado pereció. El 10 de julio de 1927 se ponía fin a las Campañas de Marruecos, pero la expe-riencia de las últimas operaciones mili-tares confirmó la necesidad de disponer de una fuerza especializada en vida y movimiento en montaña, de carácter indígena, que se mantuviera desplegada en las montañas del Rif Central de nues-tro Protectorado, en las regiones de Ke-tama y Senhaya, próximas a la frontera con la zona francesa. Por este motivo, durante el verano de 1927, por orden del general en jefe del Ejército de África, se nombra una po-nencia constituida por el comandante de Estado Mayor Manuel Estad y el ca-pitán de Intervenciones Militares Emilio Blanco Izaga para estudiar la creación de una Unidad Indígena de Montaña. Apar-te de las misiones propias como Unidad de Infantería para combate en montaña, prestará también los servicios de correo, estafeta, mantenimiento de las princi-pales vías de comunicación, reparación de líneas telefónicas, así como la de es-tablecer una serie de refugios para la protección y auxilio de los caminantes durante las épocas de nevada. El capitán Blanco, es elegido por tres ra-zones: Es profesor de Gimnasia y domi-na las técnicas de esquí y escalada; es un buen conocedor del indígena al haber estado destinado en las Fuerzas Regu-lares y en las Intervenciones Militares de Tetuán y Melilla; y además, tiene un amplio conocimiento del terreno donde se quiere situar esta Unidad, por ser el Interventor de la cabila de Beni Serat. Así, el 28 de diciembre de 1927, se reorga-nizan las Fuerzas Militares de Marrue-cos, en la que a título de ensayo, y tras el estudio de la ponencia anteriormente se-ñalada, se crea oficialmente una “Unidad Indígena de Montaña” para servicios en nieve, al mando de un oficial europeo y de un caíd indígena, que estará agregada al Grupo de Regulares de Melilla. Para el mando de la Unidad se designó al teniente de infantería Carlos Blond Mesa, ceutí de nacimiento, también pro-cedente de las Fuerzas Regulares, Pro-fesor de Gimnasia y con dominio de las técnicas de esquí y escalada. La Sección quedó establecida en el po-blado de Targuist, nudo de comunica-ciones de la zona; para ello previamente habían sido reclutados sus componen-tes indígenas entre los habitantes de la zona, por su conocimiento del terreno y facilidad de adaptación a la dura clima-tología de estas montañas. Tras un breve periodo de formación, quedan articulados dos equipos al fren-te respectivamente de un Mokademin (sargento), cada uno con tres patrullas al mando de un Maunin (cabo) e inte-gradas por un enlace, un sanitario y un zapador. La unidad es puesta a prueba el ocho


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