Page 103

REVISTA HISTORIA MILITAR 119

102 LUCAS CANTERAS ZUBIETA El 18 de noviembre de 1919 Silvestre se refería, como comandante general de Ceuta, a la situación de su “fondo de material” como a una “grave crisis producida por dos órdenes de causas”, que no eran sino “el aumento de los gastos y la disminución de los ingresos”. No había otro remedio “que aumentar en un treinta por ciento los ingresos”. Según un cuadro de vestuario elaborado por esa Comandancia, donde se especificaban las prendas entregadas a cada recluta en sus tres años de servicio, se daban, entre otras, en el primero tan solo tres camisas, tres calzoncillos y dos pantalones. El resultado era claro: el gasto del vestuario entregado a los soldados (cuya escasez era manifiesta) ascendía a 467,46 pesetas, contándose con unos ingresos de 198,33 pesetas. La prueba de que nada había cambiado entre 1919 y 1921 nos la da, entre otras, la carta de Berenguer del 4 de febrero. En esa célebre misiva el general expresaba las penurias de la tropa como quizás nadie lo había hecho hasta entonces. “muchas veces hay que comer frío y prescindir del pan por la galleta y aun que dormir a la intemperie si no llegaron las tiendas al punto que alcanzó el avance táctico; esta es la realidad de la campaña. … Para las marchas se usa la alpargata, que si en verano es buena, en las épocas de lluvia y frío no sirve, pues se queda en el barro de los caminos, y no es raro que algún soldado al perderlas tenga que marchar descalzo; pero los cuerpos no pueden pagar las botas al precio que están hoy y no hay formas de darlas al soldado en estas épocas”. Entre los fusiles había “una gran proporción de descalibrados”. Las ametralladoras no corrían mejor suerte, cuyo material “rara vez está completo, y es defectuoso; muchas no funcionan desde los primeros disparos”. La nutrición estaba en el mismo estado de miseria: “La ración se cuida por todo con el mayor esmero; pero hay que reconocer que con el precio que hoy alcanzan las subsistencias no es posible dar a los ranchos ni la variedad ni la abundancia que en otros tiempos. ... ¿Es posible, en estas circunstancias, hacer ranchos calientes?”11. Pero en el Protectorado también se van a alzar otras voces. En julio de 1920, mientras Eza prepara en Madrid sus Memorias de Viaje a partir de las notas recogidas entre los días 9 y 20 en Melilla, otro militar prepara su 11  Ibídem, pp. 232-233. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 102-132. ISSN: 0482-5748


REVISTA HISTORIA MILITAR 119
To see the actual publication please follow the link above