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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE: GESTACIÓN … 129 al socorro reclamado desde Melilla: por un lado, la inacción y escasa resolución tanto del ministro como del alto comisario; por otro, lo repentino de los hechos. La urgencia que Silvestre sufría era patente y se respiraba en cada comunicado. ¿Quizás no tanto como para distraer a Berenguer de su campaña en Yebala? ¿O para ocupar al ministro, de veraneo en San Sebastián? Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 129-132. ISSN: 0482-5748 4.- CONCLUSIONES Son muchos los resortes que se han ido tocando a lo largo de este trabajo, resultando casi imposible abarcarlos todos pormenorizadamente. Las tesis que se desprenden de estas pinas se han ido desgranando en cada apartado y pueden resumirse de la siguiente manera. En primer lugar, que el mayor problema en la labor colonial española en Marruecos fue la crónica escasez de medios disponibles para llevarla a cabo, evidenciada en las campañas de 1920 y 1921 con mayor intensidad. En segundo lugar, que las relaciones entre Berenguer y Silvestre fueron muy estrechas, constantes y amistosas y que no es fácil registrar enfrentamientos entre ambos; que además el alto comisario estuvo en perfecto acuerdo con su compañero para la acción desarrollada en Melilla e incluso la alentó. En tercer lugar, que la pretendida carrera hacia Alhucemas no fue tal, sino un avance progresivo, prudente y cuidadosamente planificado; respaldado y celebrado por el alto comisario en todas sus etapas. Que entre las advertencias de Morales (febrero), las conversaciones con Berenguer (mazo-abril) y el Desastre, solo hubo un avance: Abarrán; que Abarrán es calificable como operación de policía y como fallo de cálculo político, siendo Igueriben la gran negligencia táctica. En cuarto lugar, que entre la caída de Abarrán y el Desastre de Annual Silvestre acató las órdenes de su superior, aun cuando por ellas habría de sucumbir, considerando la inacción como un mal que acrecentó la situación de Annual; que, sin embargo, Silvestre continuó proponiendo varios planes alternativos, todos denegados, y que, en fin, la situación era tan ambigua que no permitió sondear bien la actitud de los rifeños hacia los españoles. En quinto lugar, que Silvestre debió haber recibido ayuda en los días de junio y, más urgentemente, en los de julio, requiriéndose de los mandos superiores un golpe de decisión para salvar al ejército y no la constante timidez de Berenguer en su toma de decisiones. Además, que Berenguer contribuyó con sus comunicaciones a endulzar la imagen que del Protectorado guardaba Eza en relación a la acción de Melilla.


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