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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

LAS SEÑORITAS DE LA CRUZ DE MALTA… 229 En ese contexto sanitario de progreso, tanto civil como militar, las Damas captaron la atención de los gobernantes justo cuando la ley de Formación Profesional de 1955 pidió a los ministerios militares su colaboración en la implantación de la misma, ya fuera concertando con el de Educación la instrucción de sus especialistas, ya fuera creando y sosteniendo centros propios. Como una significativa medida, su formación fue revisada y extendida a dos años lectivos, mientras que se sincronizaron las fechas de ingreso y egreso en los hospitales del Ejército, dando lugar a promociones nacionales de diplomadas. En 1959 terminó la primera promoción de esta segunda época, que tuvo 163 tituladas, lo que supuso todo un récord si se tiene en cuenta que, desde su creación, nunca se habían entregado más de 118 diplomas en un ejercicio y que la media, hasta entonces, era de 24 nuevas damas cada año. Como se ve en la figura n.º 2, hasta mitad de los años setenta, el tamaño de cada promoción anual fluctuó alrededor de las doscientas diplomadas. Aparte de la voluntad gubernamental, este crecimiento debe ser enmarcado en que, durante los años cincuenta, se produjo un incipiente aunque notable acceso de la mujer a la educación media y superior, muy limitado aún a estudios eminentemente femeninos, como Enfermería, Magisterio o Secretariado. Además, tras casi treinta años de tendencia negativa, la población activa femenina comenzaba a aumentar. Es inmediato deducir que todo este marco favorable promovió la adscripción de mujeres al Servicio de Damas. En la siguiente década, en pleno desarrollismo, el ministro que sucedió a Fermín Sanz-Orrio al frente de la cartera de Trabajo —Jesús Romeo— universalizó el Seguro Obligatorio de Enfermedad y lo convirtió definitivamente en la Seguridad Social, de manera que todos los trabajadores españoles quedaron amparados bajo el paraguas del sistema sanitario, mientras que los empleados públicos mantenían sus derechos en materia de protección social. En un alarde presupuestario de colosales dimensiones, la extensa red hospitalaria proyectada años atrás comenzó a materializarse, siendo sus primeros y más fastuosos exponentes los establecimientos madrileños de la Paz y de Puerta de Hierro, inaugurados en 1964. Como cabría esperar de un crecimiento asistencial así, las vacantes de todas las profesiones sanitarias comenzaron a crecer vertiginosamente y, a mitad de la década de los setenta —por citar solamente la ocupación más relacionada con el tema que nos ocupa—, los colegios de enfermeros —en cualquiera de sus denominaciones— vieron cómo sus miembros se duplicaban de un año para otro, llegando a multiplicarse por cinco antes de que comenzara la nueva década (ver figura n.º Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 229-244. ISSN: 0482-5748


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