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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 330

T E S T I M O N I O HACIA LA ESTABILIDAD en Costa de Marfil General Carlos Aparicio Azcárraga Jefe de Estado Mayor de la Fuerza de UNOCI EN diciembre de 2013 fui seleccionado por el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de Naciones Unidas para el puesto de jefe de Estado Mayor de la Fuerza de la Operación de la ONU en Costa de Marfil (UNOCI). Al final de mi misión, después de dos años y medio en el puesto y próxima la vuelta a casa con la satisfacción del deber cumplido, expongo lo que ha significado UNOCI para el único militar español que ha participado en ella. En enero de 2014 dejé de ser adjunto al jefe de Estado Mayor para Comunicación de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN en Afganistán y me presenté en mi nuevo destino en Abiyán, la principal ciudad de Costa de Marfil, para mandar el Estado Mayor de una Fuerza que entonces estaba compuesta por unos 8.000 soldados. La Fuerza de la UNOCI era, y aún es hoy, el componente más numeroso de una operación que, junto con otros pilares, uniformados como la policía (UNPOL) o completamente civiles, como Asuntos Políticos, Derechos Humanos, Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR), etc., se organizaban bajo la autoridad de un representante especial del secretario general de Naciones Unidas (SRSG). Durante la mayor parte de mi misión la SRSG fue Aïchatou Mindaoudou, ex ministra de Asuntos Exteriores de Níger, que se hizo cargo de UNOCI a finales de 2013. La Fuerza ha tenido tres comandantes en los últimos años: hasta julio de 2014, el general paquistaní Muhammad Iqbal Asi; entre julio de 2014 y julio de 2015, el general Ahmed Mansoor, de la misma nacionalidad; y desde julio de 2015, el general francés Didier L’Hôte. La entidad de la Fuerza se ha ido reduciendo y nuestro despliegue se ha concentrado en la zona sudoeste y en la capital del país, Yamusukro, disminuyendo hasta los menos de 4.000 militares que servíamos en el final de mi misión. La reducción debe continuar, de acuerdo con la Resolución 2.284 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de abril de 2016, en el que se ordena poner fin a la operación en junio de 2017. Poco después de mi partida, en agosto de 2016, la Fuerza apenas ha de contar con dos batallones y unos pocos apoyos, con una entidad prevista para entonces inferior a los 2.000 efectivos. Los principales contribuyentes de fuerzas a la misión han sido Bangladesh, Jordania, Marruecos, Níger, Pakistán y Senegal, con unos contingentes que han oscilado entre 500 y 1.500 soldados. Hubo algunas aportaciones menores, pero también significativas, de Benin, Egipto, Ghana y Togo. La presencia en los cuarteles generales de la Fuerza y de los sectores, así como la de los observadores militares, eleva el número de naciones contribuyentes a más de 50, incluidas las representaciones de países muy alejados del teatro africano, entre ellas Filipinas y Nepal, así como unas destacadas representaciones de países hispanoamericanos, especialmente entre los observadores militares. EVOLUCIÓN FAVORABLE Con números y capacidades cambiantes, la UNOCI, desde su llegada en 2004 para hacer respetar los acuerdos de paz que habían conseguido contener el conflicto armado —pero no la división fáctica del país, cuya reunificación costó aún unos años más—, ha visto cómo Costa de Marfil ha conseguido, muy lentamente y siempre con un innegable peligro de reversión, unos grados de estabilidad suficientes para continuar su camino sin la presencia de tropas extranjeras. La principal tarea de la Fuerza ha sido la protección de las poblaciones inermes víctimas de la violencia perpetrada por los diferentes grupos armados enfrentados en Costa de Marfil. Su presencia ha supuesto una disuasión significativa, aunque a veces insuficiente, especialmente en dos periodos marcados por una fuerte inestabilidad: el primero, durante la difícil aceptación de los acuerdos de paz entre 2004 y 2006; el segundo, durante la crisis post-electoral de final de 2010 y principios de 2011, que concluyó 36 Revista Española de Defensa Julio/Agosto 2016


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