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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 134

JOSÉ ANDRÉS ÁLVARO OCÁRIZ paso a la concesión del hábito de Calatrava al marino devatarra. Sus méritos militares y su soltería le acreditaban como un digno caballero. En el otoño de la vida dejaba los azares de sus aventuras mediterráneas para entregarse a la observancia de la regla calatraveña. ¿Caminaría con algún Libro de Horas, junto al bravo mar Cantábrico, o a la sombra de la Virgen de Icíar? ¿Consumiría sus últimos días lejos de su villa natal? ¿Le arrastró de nuevo el embrujo de la aventura del mar y murió en el desastre de Argel de octubre de 1541 en el que un furioso temporal dejó sobre la playa 150 buques entre los que figuraban galeones de Cantabria? En cualquier caso, Domingo de Arriola se merece un puesto en la ilustre galería de hombres de mar de Guipúzcoa y en el cuadro de honor de los hijos de Deva». La expedición de Urdaneta A lo largo de las páginas precedentes ha aparecido el nombre de Andrés de Urdaneta (h. 1508-1568), personaje nacido en Villafranca de Oria, hoy Ordizia. Asistió al fallecimiento de Elcano, en cuyo testamento firmó el 26 de julio de 1526. Más de diez años después, por mandato del Consejo de Indias escribía una Relación de la Armada e viaje que llevó a cabo el Comendador Loaisa a las Malucas. Es una narración de gran valor geográfico y etnológico en la que describe, sobre todo, la acción en el mar. Pero ¿por qué tardó diez años en poner por escrito esos hechos? Busto de Urdaneta en la fachada de la Diputación de Guipúzcoa 58 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 134


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