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EJERCITO DE TIERRA NOVIEMBRE 2016

Galeotes, de César Álvarez Dumont. Museo del Prado la batalla como lo era Don Juan de Austria, pese a las discrepancias existentes en ambos bandos, pues había reticentes a entrar en combate al ser partidarios de buscar otra ocasión más propicia. A medio día los enemigos estaban al alcance de sus cañones. Alí fue el primero en disparar. Las tres galeras cristianas que iban en vanguardia replicaron al instante y Don Juan de Austria, desde la proa de su galera, ordenó dar la señal de ataque por medio de atabales y trompetas. Las galeazas venecianas se pusieron en vanguardia, formadas por parejas, y avanzaron sembrando la muerte en su avance entre las naves enemigas, pero pronto quedaron inútiles al conseguir los turcos pasar entre ellas a toda boga sin otra pérdida que dos galeras. Alí Bajá pretendía romper la formación cristiana y colocarse a retaguardia de la flota enemiga para obligarla a entrar en el golfo y bloquearla. Cargó contra el ala de la izquierda; al no arrimarse mucho a la orilla por temor a los bajos, Barbarigo no pudo impedir que algunas galeras enemigas escaparan del cerco y le atacaran por la popa; el veneciano murió en la lucha, pero los cristianos se impusieron al llegar en su ayuda 10 galeras enviadas por Bazán. En la escuadrilla de Barbarigo estaba la galera Marquesa, en la que iba Miguel de Cervantes, 98  REVISTA EJÉRCITO • N. 908 NOVIEMBRE • 2016 entonces con 24 años de edad, que se encontraba enfermo y solicitó a su capitán que lo colocara en el esquife con 12 hombres bajo su mando; allí se mantuvo incluso cuando fue herido en el pecho y en el brazo izquierdo, lo que contribuyó a que los turcos no pudieran abordar la galera que defendían. El ala cristiana de la derecha fue atacada por Luchalí, que también logró romper la formación enemiga, pasar y colocarse a popa de las galeras de la Liga para capturar a la capitana de Malta, pero tuvieron que abandonarla al acudir en su socorro el marqués de Santa Cruz. A partir de entonces el combate se encarnizó entre Luchalí y Doria, y pasó por alternativas diversas. Alí bajá también intentó realizar su plan rompiendo el centro aliado. Al divisar el estandarte de la capitana se lanzó sobre ella con apoyo de otras siete naves; don Álvaro envió en ayuda de su jefe también siete galeras. La capitana turca ensarto a la cristiana con el espolón y lo hundió hasta el cuarto banco, pero al ser de bordo más alto ofrecía un blanco magnífico a la arcabucería y artillería cristiana, mientras las granadas otomanas pasaban por encima sin alcanzarla, por lo que el turco decidió prescindir de la artillería y pasar al combate cuerpo a cuerpo persistiendo en su empeño de conseguir el


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