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La amenaza nuclear se mantendrá presente con países como Corea del Norte o Rusia. Con el encabezamiento de los «nuevos europop» la revista Time señala como personas del año a los líderes de los partidos populistas europeos de izquierdas y de derechas. Asad mantendrá su brutal represión apoyado militar y políticamente por Rusia pero no conseguirá el control absoluto del país. El yihadismo, de una y otra manera, florecerá en un país sembrado de muerte y odio», afirma la revista inglesa. Una idea que se reproduce en Time y en Newsweek. Las publicaciones internacionales coinciden en señalar que tras la caída de Alepo a manos del régimen los centenares de milicias islamistas, con sus grupos y grupúsculos, y cuyos combatientes proceden de todo el mundo, se radicalizarán. «La agonía y el horror vivido por la población de Alepo, donde han muerto decenas de miles de personas en un asedio que ha durado cuatro años, es el episodio más vergonzoso vivido por la comunidad internacional en el siglo XXI», dice Time. «Damasco ya ha dicho que considerará terrorista a cualquier rebelde y será implacable en su persecución. Ser terrorista puede convertirse ahora en la única opción para algunos que no lo eran» se teme Newsweek. Evidentemente, las persecuciones, los ajustes de cuentas y el terror harán de Siria un nuevo foco de odio y germen de yihadistas. «Además de los combatientes del Daesh que logren huir de Mosul o Raqa, habrá que sumar a gente desesperada que quizás se les una en un nuevo germen de terrorismo que expanderá sus tentáculos a todo el planeta», preconiza Time. Y, sin duda, los atentados ocurridos a lo largo de este mes de diciembre (como el de Berlín que costó la vida a 12 personas al embestir un camión un mercadillo navideño) son buena prueba de ello. El 2017 estará lleno de aniversarios históricos (100 de la revolución rusa, 50 de la muerte del Che y 500 de las tesis de Martin Lutero), y de elecciones que marcarán el destino de los próximos años. >LA MADRE RUSIA Moscú va a jugar un papel cuando menos significativo en el 2017. Incluso se podría decir que crucial. En los últimos meses del 16 ya ha dejado claro que sus fichas van a seguir siendo decisivas en el tablero del gran juego mundial. Ha sido el gran ganador en Siria —su intervención ha decantado la balanza hacia el presidente Bacher al Assad— y la victoria del Donald Trump le sitúa en una situación sin precedentes para marcar un nuevo rol en las relaciones con la Casa Blanca. Vladimir Putin es, además, el dueño y señor de la nueva Rusia. En el año en el que se cumplen 100 de la revolución bolchevique, el actual presidente «ha sabido adueñarse de la imagen que para el pueblo ruso tienen Lenin y Stalin, reinventar el pasado a su medida, y diseñar una nueva Rusia en la que combina lo que él considera lo mejor de cada uno de ellos», dice The Economist. Putin quiere ser un nuevo zar, engañar al pueblo ruso elogiando lo que, según él, cada uno de estos líderes consiguieron para su país. En determinadas ocasiones, Putin se ha declarado más simpatizante de Stalin (afirma que restauró el sentimiento de patria e hizo de Rusia una superpotencia) pero tampoco quiere perder las simpatías de los antiguos comunistas. «No soy comunista, pero fui miembro de la KGB» ha respondido en alguna ocasión. Sin embargo, como afirma The Economist, una cosa es lo que él quiera —en política exterior, y, sobre todo, tras la anexión de Crimea y su política en 52 Revista Española de Defensa Enero 2017


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