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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 135

JOSÉ ANDRÉS ÁLVARO OCÁRIZ cuando proyecta la construcción de su soberbia capitana, la Santiago, de 1.100 toneladas, en el astillero de Pasajes. El confinamiento tocaba a su fin, ya que las flotas de Indias pasaban un mal momento. La de Tomás de Larraspuru, azotada por un furioso huracán, había sido diseminada y obligada a refugiarse en el puerto de La Habana, con el consiguiente retraso, de manera que Oquendo es comisionado para que, con una pequeña flotilla de galeones, reúna y traiga de vuelta la maltrecha flota. Tras estudiar las eventuales derrotas, Oquendo decide cruzar el canal de Bahamas en detrimento del de las Azores. La flota zarpó el 26 de septiembre de 1623, pero el inesperado hundimiento de un galeón provoca su regreso al puerto cubano, donde pasaría el invierno reparando los desperfectos. En la primavera de 1624, tras perder dos galeones más (haciendo un total de cuatro), arriba a Sevilla. Estos hechos le acarrearán un proceso del que saldrá absuelto en el verano de 1625, aunque deberá pagar 12.000 ducados y quedará inhabilitado como almirante de la Casa de Contratación. Viéndose librado del mando de flotas comerciales, vuelve a la Armada española. y así, bajo las órdenes de Fadrique de Toledo, participa en la victoria de Bahía de Todos los Santos. En 1627 toma parte con Diego de Acevedo en la toma de La Mamora o La Mármora, y ese mismo año está presente en la expedición punitiva contra las bases que los piratas tienen asentadas en islas como la célebre de la Tortuga. Cuatro años después, en 1631, se le ordenará regresar a América, para llevar socorro a las plazas portuguesas de Bahía de Todos los Santos y Pernambuco. Ostentará así el mando de una flota combinada que, a pesar de combatir en inferioridad de condiciones, se apuntará una clara victoria sobre la escuadra holandesa bajo las órdenes, primero del almirante Hanspater y, posteriormente, del almirante Thys, que asume el mando de los restos de la fuerza una vez que Antonio de Oquendo acaba con la nao capitana holandesa en el enfrentamiento de 12 de septiembre de 1631. Para introducir el socorro, Oquendo concibe una maniobra evasiva consistente en fijar la atención de Thys sobre las carabelas que transportan las tropas de refuerzo, que desbaratarán los planes holandeses enteramente, dando lugar a una resonante victoria (14). Se encarga de varias flotas de Indias y, en 1636, se le concede una flota de galeones con la que pasa al Mediterráneo como gobernador de Menorca para hacer frente al ataque francés, desplegando gran actividad y reduciendo la amenaza. Se le encomienda una nueva misión: destruir la flota holandesa, que priva a la Corona de los beneficios del comercio con Asia. El almirante logrará ese objetivo tras enfrentarse a la flota holandesa, al mando de Tromp, en la llamada batalla de las Dunas. (14) ARZAMENDI, I.: Don Antonio de Oquendo. Grupo Doctor Camino de Historia Donostiarra, San Sebastián, 1981. 36 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 135


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