Page 111

AEROPLANO 34

el Ejército del Aire como para la Armada este progresivo deterioro había tenido consecuencias desastrosas y sus respectivos estados mayores eran conscientes de la necesidad de acometer sin mayor demora un drástico proceso de modernización. Por lo que a la Armada respecta, para muchos era inaplazable, dentro de esa modernización, dotarse de medios aéreos, como venían demandando los estudios realizados en la entonces recientemente refundada Escuela de Guerra Naval, cuyos programas puestos al día comenzaban a dar sus frutos. Por ello, una vez firmados los Convenios con los EEUU, el EMA designó a finales de 1953 un grupo reducido de oficiales y otro de suboficiales para realizar en ese país cursos de piloto y de mantenimiento de helicópteros, respectivamente. Los cursos tenían carácter civil y se realizaban en la escuela de adiestramiento de la casa Bell, la empresa fabricante de los tres helicópteros Bell-47 adquiridos por la Armada. Los cursos finalizarían en los primeros meses del siguiente año, coincidiendo con el establecimiento en el EMA del flamante Servicio de Helicópteros de la Armada y la designación de la Escuela Naval como base de las unidades aéreas del nuevo servicio. La opción del helicóptero como vector aéreo por la Armada respondía a un análisis meditado de las posibilidades reales que presentaba la situación militar y política en España en aquellos momentos, donde el Ejército del Aire tenía competencia exclusiva sobre el control de los medios aéreos militares. El helicóptero, como aeronave, además de no tener entonces un uso muy bien definido, era muy lento y volaba muy bajo. Esta circunstancia le hacía el medio aéreo idóneo para “tentar” la condescendencia de las autoridades del Ejército del Aire. Era eso justamente lo que la Armada perseguía al elegir el helicóptero como la semilla de lo que algún día, en un futuro no muy lejano, podría llegar a ser algo parecido a la añorada Aeronáutica Naval. Se trataba de no provocar suspicacias y este fue el criterio que determinó que inicialmente se eligiese la lejana Escuela Naval Militar como base de aquella incipiente Arma Aérea. Evidentemente, la Armada no pensaba conformarse con helicópteros de tan limitada capacidad como los Augusta Bell-47, que servían para poco más que para ensayar temerarias tomas y despegues en buques precariamente acondicionados para ello, contribuir a la observación de tiro naval, servir de enlace o realizar tareas de salvamento poco complicadas. Como quiera que la Marina norteamericana se mantuviera en estrecho contacto con la Armada, fue posible que nuestros jóvenes oficiales aprovechasen la oportunidad que se les brindaba para poner al día sus conocimientos doctrinales y tácticos. De este modo, el EMA llegó al convencimiento de que el helicóptero, en el ámbito naval, tenía un desempeño mucho más amplio que el que quizá inicialmente se esperaba de él, especialmente en el terreno táctico. El caso es que en la primera remesa de material que se recibe de los EEUU figuraban varios helicópteros Sikorsky S-55, aeronaves de mayor tamaño, capacidad y posibilidades que los Bell. Ahora bien, su llegada pondría en evidencia que la Escuela Naval no era el lugar adecuado para establecer en ella su base, de manera que era necesario encontrar dónde albergar las dos es- 109 P-2V Neptune. Lockheed Electra.


AEROPLANO 34
To see the actual publication please follow the link above