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AEROPLANO 34

con nuestros huéspedes argentinos y sabiendo que estaban directamente comprometidos en la batalla (llegamos a distinguir en las imágenes de televisión al mayor Baldomero de Colom haciendo unas declaraciones como jefe del escuadrón de Mirage III) se inclinaran por los “nuevos piratas de la Pérfida Albión” en lugar de por nuestros hermanos argentinos, pero para mí la respuesta era obvia: ante todo eran marinos y apoyaban a “su equipo”, aunque seguramente nosotros hubiéramos sido igual de corporativistas llegado el caso. Afortunadamente la guerra de Las Malvinas solo duró dos meses y medio, y aunque las discusiones continuaron durante algún tiempo, los ánimos se calmaron, lo que nos permitió dialogar en lugar de discutir y así sacar múltiples “lecciones aprendidas” del conflicto. En ese mismo año de 1982 se produce una gran noticia: la entrada de España en la OTAN aunque en un principio fuera de la estructura militar, según los acuerdos de coordinación negociados por el embajador Miranda. Para el Ala 22 esta integración no supuso ningún esfuerzo extra, puesto que llevábamos años operando con la doctrina y las publicaciones tácticas de la Alianza, pero nos faltaba la prueba de fuego y el ejercicio “Tapón” vino a brindárnosla. Las “llaves” de acceso de la Flota Soviética desde el Mar Negro al Mediterráneo están en poder de Turquía a través de los Estrechos del Bósforo y los Dardanelos y de España al Atlántico a través del Estrecho de Gibraltar. Turquía se integró en la OTAN en 1952, tres años más tarde de la creación de la OTAN y de ahí el gran interés por incorporar la otra “llave” a la Alianza. El ejercicio anual “Tapón” de control del tráfico marítimo a través del Estrecho de Gibraltar requería un esfuerzo descomunal, ya que se trataba de mantener una vigilancia exhaustiva H-24 durante todo el periodo del ejercicio. La aportación de medios operativos: barcos de superficie con su dotación de helicópteros, submarinos y aviones de Patrulla Marítima (MPA) procedían de países pertenecientes a la OTAN tales como EEUU, Francia, Alemania, Holanda, Canadá, Noruega, Italia y Reino Unido. España, además de contribuir con barcos, submarinos y aviones MPA, ofrecía apoyo logístico a la Fuerza a través de la Base Aeronaval de Rota y la Base Aérea de Jerez. Observar la plataforma de la Base Aérea de Jerez poblada con todas las versiones de los P-3: A, B, C y C “Aurora”, con las escarapelas españolas, noruegas, holandesas y canadienses, respectivamente, más los “Atlantic” alemanes, franceses e italianos y los “Nimrod” británicos, era todo un espectáculo, pues entre el ruido de los APU (Auxiliar Power Unit), el de los vehículos de apoyo y la comunicación en las diferentes lenguas, nos sugería cómo debió ser la construcción de la Torre de Babel, si bien con la ventaja del uso del idioma común, el inglés, que con mayor o menor fluidez posibilitaba el mutuo entendimiento. Para una Unidad tan pequeña como el Ala 22, el esfuerzo que requería esta Operación era inconmensurable, puesto que además de realizar nuestras misiones de vuelo, las tripulaciones españolas eran las encargadas de coordinar todas las operaciones a través del COA (Centro de Operaciones Aéreas), mediante los correspondientes “briefing” y “debriefing” de misión y el tráfico de mensajes por los diversos sistemas, incluyendo el esfuerzo realizado por el personal del Grupo de Apoyo en tierra al permanecer activo H-24. Durante todo el ejercicio permanecíamos en coordinación con el ASWOC (Antisubmarine Warfare Operation Center) norteamericano de la Base Aeronaval de Rota, dotado con los más modernos medios de comunicaciones y una estructura permanente soportada por una plantilla fija, hasta el punto de que dada su abrumadora capacidad no nos podíamos ni siquiera considerar como una “sucursal” suya. Este hecho, lejos de desalentarnos, supuso un acicate para estar a la altura de las circunstancias, y como reconocimiento a nuestro esfuerzo fuimos invitados por los estadounidenses a visitar el ASWOC al término de las maniobras. Sin lugar a dudas, el ejercicio “Tapón” fue el mayor reto al que se enfrentó la Unidad y he de constatar que mantuvimos siempre el pabellón muy alto por nuestra profesionalidad, y así fue reconocido por todos los miembros que intervinieron por parte de la Alianza. Si importante fue la experiencia que nos reportó este ejercicio en el orden operativo, puesto que supuso una auténtica evaluación de nuestra capacidad, no lo fue menos para nuestra capacidad logística y como experiencia personal, de ahí que no haya elegido esta operación al azar, para descubrir muchas facetas de la convivencia y relaciones interpersonales, que en definitiva es la base de este artículo, y que hasta entonces había podido intuir pero me faltaba la confirmación de mis estimaciones. Con ello quiero referirme a que desconocíamos el funcionamiento interno de las tripulaciones de Patrulla Marítima de las distintas nacionalidades, y aunque inicialmente se podría pensar que cada una funcionaría por su lado, de manera aislada, nada más lejos de la realidad, pues desde el primer momento los gestos de camaradería marcaron la pauta de nuestras relaciones, apoyándonos mutuamente en todos los aspectos y mostrando un espíritu de colaboración que hizo muy fácil la convivencia e integración sin que esto signifique que, como ocurre en toda familia, no hubiera algún roce esporádico. Podría decirse que hasta la llegada de las tripulaciones para el ejercicio “Tapón”, las únicas referencias para nuestros TACCOs respecto a la Patrulla Marítima eran la US NAVY y la Aeronavale francesa, en cuyos centros se habían formado, pero cuando vieron desembarcar a las tripulaciones de la RAF de los “Nimrod” y a las de los canadienses de sus P-3C “Aurora”, sus esquemas se vieron afectados al tener ante sí a militares de Patrulla Marítima 136 Banderas de las Naciones participantes en el ejercicio Tapón junto al monumento al Grumman.


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