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a un convenio, no se sabía cuándo lo iba a romper, por lo que el modo habitual de actuación acabó siendo una combinación de la acción política con la militar. Las acciones militares consistían básicamente en el establecimiento de posiciones –”blocaos”– diseminadas por todo el territorio que permitían vigilar, más que controlar, la zona circundante. Normalmente las operaciones tenían como objetivo ocupar una posición en la que había de quedar un destacamento, una fuerza armada suficiente para defenderlo, que podía ir desde un pelotón a un batallón o más. Para llevar a cabo esas operaciones se utilizaba como fuerza de maniobra la columna, compuesta de pequeñas unidades, fuerzas y servicios, donde todos los escalones estaban en el primer nivel. Era una forma rápida de organizar las fuerzas, de carácter móvil y sin dependencias regladas, que permitía la marcha, el combate y la ocupación de forma óptima. A comienzos de 1921, los macizos montañosos interiores –el Rif, la Yebala– seguían sin estar dominados. En la primavera de ese año, el general Silvestre, comandante general de Melilla, comenzó a internarse en el Rif, y en junio, sus tropas habían llegado hasta el collado de Annual. Allí, demasiado lejos de sus posiciones fuertes como para desplegar con rapidez apoyos eficaces en caso de que hubiese dificultades, se encontró –junto a sus cinco mil hombres– a merced de las harkas que seguían a Abd el-Krim. Ante el acoso de éstas, en la mañana del 22 de julio, ordenó el repliegue hacia Melilla. Lo que siguió ha pasado a la historia como el desastre de Annual. El pánico cundió entre las tropas y el repliegue se convirtió en una huida aterrorizada que dio lugar a un terrible “efecto dominó” en el que fueron cayendo una tras otra todas las posiciones de la Comandancia. A lo largo de varios días, fueron llegando de forma dispersa a Melilla los hombres que conseguían sobrevivir a la matanza que se desarrollaba en campo abierto. LLA AVIACIÓN EN MARRUECOS HASTA ANNUAL a aviación fue empleada por primera vez en la campaña de África en 1913. Se dotó de una escuadrilla a cada una de las tres Comandancias Generales –Ceuta, Larache y Melilla–. La primera en llegar fue la escuadrilla de Tetuán, en Sania Ramel (Comandancia de Ceuta) y poco después se instalaron otras dos, una en Arcila en noviembre de ese año (Comandancia de Larache) y otra en Zeluán en mayo de 1914 (Comandancia de Melilla). En diciembre de ese mismo año, la escuadrilla de Tetuán, tuvo el mérito de realizar el primer bombardeo aéreo de la historia utilizando procedimientos y material específico (bombas carbonit). Esos primeros años las misiones que les asignaron a los aeroplanos fueron principalmente de reconocimiento y, esporádicamente, la realización de algún bombardeo. Así concebía el Ejército de África el empleo de la aviación en esos años y no cambió mucho tras la experiencia de la Guerra Europea, a pesar de que se enviaron desde España observadores militares a casi todos los frentes y que el empleo de la aviación fue una de las novedades técnicas y estratégicas importantes de esa guerra gracias a la cada vez mayor potencia de los motores, velocidad ascensional, maniobrabilidad, capacidad de carga y capacidad de incorporar armamento, que acabó convirtiendo a los aeroplanos en auténticas armas. De todas formas las peculiaridades del escenario marroquí no parecía que fuesen a permitir la aplicación de las doctrinas surgidas durante la Gran Guerra. En primer lugar porque los rifeños no poseían aviación a la que enfrentarse (Abd-el-Krim llegó a hacerse con un aparato en 1924, pero fue destruido en tierra por las escuadrillas españolas), > Carrillo (de pie, fuera del aparato) y Manzaneque piloto) en el Bristol con el que volaron a Meli(lelan –e lS pHuYesCtoE dAe lo que suprimía la necesidad de tener una aviación de caza; tampoco tenían sentido los bombardeos masivos, pues no había núcleos importantes de fuerzas sobre los que hacerlos. En cambio, sí tenían sentido los bombardeos selectivos, lo que se denominó “prolongación del tiro artillero” (llegar hasta donde no alcanzaba la artillería), o el ataque a tierra (trincheras, carreteras, nidos de ametralladoras), que empezó a hacerse al final de la Gran Guerra en el frente occidental, aunque con grandes pérdidas y sin que se llegase a establecer una doctrina clara al respecto. Sin embargo hubo dos circunstancias que concurrieron para que la aviación experimentase el salto cualitativo que dio desde finales de 1921: desde el punto de vista armamentístico, el final de la Gran Guerra significó la acumulación de excedentes de material de guerra –en este caso aviones– moderno, en buen estado, y a precios “asequibles”, lo que permitió trasladar a suelo marroquí un mater ial aéreo razonablemente eficaz. Además, en l920 se había convocado la 10ª promoción de pilotos, la gran promoción, compuesta de 100 pilotos que acabaron su formación a mediados de 1921 y pudieron ser enviados a África tras el desastre de Annual. Se trataba de jóvenes oficiales de distintas armas y cuerpos del Ejército (a los que seguían perteneciendo, pues Aviación todavía era solo un Servicio), bien preparados, con iniciativa y mentalidad emprendedora. > Mapa del Protectorado. 15


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