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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 137

CARLOS PÉREZ FERNÁNDEZ-TURÉGANO «ejercitar a los referidos Caballeros cadetes en el uso de las Cartas de Marcar, en el conocimiento de sus Rumbos, en el modo de tomar distancias de unas tierras a otras; enseñándoles, y explicándoles con toda claridad, y distinción los nombres de los Cabos, Arrecifes, Plazeles, y Puertos; y finalmente, todo lo que conduce a la más exacta inteligencia de lo que conviene saber para la buena dirección de la navegación, sin dejar nada por omisión». La instrucción náutica propiamente dicha debía ocupar buena parte del tiempo de los cadetes embarcados. Sin embargo, no se dejaba de lado, ni mucho menos, la instrucción militar, poniendo igualmente en práctica lo aprendido al respecto en la Academia gaditana. Por ejemplo, se reservaban determinadas horas «destinadas para el ejercicio de las Armas, y Evoluciones Militares; y uno y otro deberán mandar y enseñar el Oficial que mande las Guardias, o por alguna circunstancia particular, el que mandare la Infantería». Cabe señalar que, solo un mes antes de la promulgación de esta instrucción, el propio Patiño había aprobado, también por medio de instrucción, en este caso de 4 de mayo de 1717, la creación de los dos primeros Batallones de Infantería de Marina. Hasta entonces, la infantería embarcada provenía del Ejército de tierra, por lo que lo que se hacía ahora era crear un «Cuerpo de Batallones» dependiente de la jurisdicción directa de la Marina. Por ello, es de suponer que, en el ínterin antes de poner en práctica esta disposición de 4 de mayo, fuese el oficial de infantería embarcado el que debía enseñar a los cadetes el uso de las armas y las evoluciones militares; más tarde, cuando los Batallones de Infantería de Marina fueron ya una realidad, como relata Alcalá Galiano, en número de cuatro (Armada, Marina, Océano y Bajeles), fueron sus oficiales los que debían instruir, aún con mayor conocimiento, a los cadetes a bordo de los navíos. Continuaba la instrucción de 16 de junio de 1717 que estamos analizando con el señalamiento de otra de las obligaciones formativas de los cadetes: el aprendizaje del manejo de la artillería de los navíos, «tanto por lo que mira a la teórica, cuanto a la Práctica». De enseñarles la teoría se ocuparía el condestable o cabo principal de la artillería, mientras que la práctica debían aprenderla «por el ejercicio que se fuere haciendo en la Batería alta de los Navíos, o entre Puentes, según fuere dispuesto. Y sobre todo, procurarán informarse de todos los nombres, y partes de la Artillería, como del Cañón, sus Municiones, Cureñas, su Aparejo de Bragueros, Palanquines, trincas, y de cuanto conduce a este fin». La última faceta de la formación a bordo de los cadetes era el ejercicio de la maniobra, en el que eran instruidos directamente por el capitán del navío o el segundo, si el primero no pudiera. todos los aspectos técnicos de la maniobra debían ser objeto de atención y aprendizaje: el aparejo, el velamen, los nombres de las velas y demás partes del navío…, todo ello a cargo de los maestres. Si alguno de los cadetes destacaba en este aspecto y «sobresaliere en la inteligencia de la Maniobra», se le premiaría permitiéndole maniobrar el navío durante algunas horas, eso sí, bajo la supervisión del capitán. Por último, reseñaba la instrucción la precedencia en el mando a bordo del navío, cuando hubiera cadetes embarcados, en determinadas circunstancias 18 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 137


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