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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 137

LUIS A. ROBLES MACÍAS Los de las lanchas hirieron «a seis o siete» con sus ballestas. tras esta escaramuza, los indios se acercaron pacíficamente a las carabelas en sus canoas, sin mostrar ya hostilidad. Fray Bartolomé de Las Casas recoge la misma versión del relato que don Hernando, añadiendo solo comentarios sobre cuánta razón asistía a los indígenas en defender su territorio (11). Hay sin embargo un testigo presencial que nos ha legado una versión más completa, y probablemente más exacta, de los acontecimientos. Se trata de Michele Cuneo, quien en su crónica afirma que, al llegar a la «isla Iamahich», los expedicionarios encontraron «un puerto óptimo muy poblado» en el que fondearon. De repente se encontraron (se supone que a bordo de las carabelas) rodeados de unas sesenta canoas, y para espantarlas dispararon diez o doce salvas de fogueo con sus bombardas. Los indígenas huyeron a tierra pero, cuando los cristianos intentaron desembarcar, los recibieron a pedradas. Las lanchas dieron media vuelta y regresaron a las naves. Entonces los cristianos decidieron ― Cuneo no nos dice si a iniciativa de Colón― armar las lanchas con ballestas y bombardas y regresar a tierra. Cuando los indígenas aparecieron de nuevo para lanzarles piedras, la respuesta fue contundente: los ballesteros mataron a dieciséis o dieciocho indios, mientras que las bombardas abatieron a cinco o seis más. Este combate, precisa Cuneo, tuvo lugar después del atardecer, y esa misma tarde las lanchas regresaron a las carabelas. No aclara si llegaron a desembarcar o no. Al día siguiente, los cristianos regresaron «para combatir», pero esta vez los indígenas los recibieron con los brazos en cruz implorándoles misericordia, de manera que pudieron desembarcar ya sin oposición (12). El relato de Cuneo nos revela unos hechos más crudos de los que recoge la versión de Hernando Colón, que en comparación con aquella parece edulcorada. Pero no es este punto el que nos interesa destacar aquí. Lo que deseamos subrayar es un detalle que aporta Cuneo relativo a la táctica militar castellana: el de que los hombres de Colón no solo montaron con ballestas en las lanchas, sino que las equiparon con artillería. Una tercera fuente, la crónica de Andrés Bernáldez, que habló con Colón en su casa justo después del regreso de este en 1496, aporta aún algunos detalles suplementarios al relato. Esta versión coincide por cierto con la contenida en una de las cartas del Libro copiador de Colón, manuscrito aparecido en 1989 (13). Bernáldez omite la descarga de fogueo de las carabelas y dice que, cuando Colón envió una barca a reconocer la entrada de un puerto, le salieron al encuentro dos canoas que le «tiraron muchas varas». Los de la barca sí se defendieron, contrariamente a lo que afirma don Hernando, y pusieron en fuga a las canoas. A continuación, las carabelas entraron en el puerto y los castella- (11)  LAS CASAS, cap. xCIv. (12)  PÉREZ DE tUDELA, p. 864 (ff. 38v-39r del original de CUNEO). (13)  Carta-relación del Almirante a los Reyes Católicos acerca de la exploración de las islas Española, Cuba y Jamaica. La Isabela, 26 de febrero de 1495. texto reproducido en PÉREZ DE tUDELA, doc. 256. El pasaje sobre la batalla de Jamaica se encuentra en las pp. 728 y 729. 44 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 137


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