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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 916

el camino ya trazado de guerra a la «república burguesa». El informe oficial del Gobierno de Lerroux sobre la Revolución de Octubre de 1934, que duró poco más de 20 días, recogió 1.372 muertos y 2.921 heridos. Sorprende el número de clérigos muertos. «Fueron destruidos 63 edificios particulares, 58 iglesias, 26 fábricas, 58 puentes y 730 edificios públicos». La Revolución de Octubre, nombre con el que ha pasado a la historia, fue el final del republicanismo en las izquierdas, convertidas en revolucionarias bolcheviques; a partir de ahí el PSOE, con Julián Besteiro desplazado, se reafirmó en su decisión de acceder al poder e instaurar la «dictadura del proletariado» de cualquier forma. Lejos de admitir su responsabilidad, el PSOE, el Partido Obrero Unificado Marxista (POUM), la Confederación Nacional del trabajo (CNT) y demás organizaciones políticas marxistas que participaron en el golpe de Estado de octubre se declararon «justificadamente» 66  REVISTA EJÉRCITO • N. 916 JULIO/AGOSTO • 2017 revolucionarias, ante la amenaza del Gobierno republicano de centro derecha de Lerroux. Así, en octubre de 1934 terminó cualquier pretensión democrática de la izquierda española, que dejó de ser republicana para convertirse en revolucionaria. Para el PSOE y sus seguidores, para Largo Caballero e Indalecio Prieto, marxistas y revolucionarios convencidos, según consta en sus numerosas declaraciones y discursos ampliamente difundidos por la prensa, la república, que ellos empezaron a llamar «república burguesa», había dejado de ser un paso obligado para la consecución democrática del poder para convertirse en un obstáculo que superar en el camino hacia la revolución marxista. Las múltiples llamadas que hizo Gil Robles a partir de su victoria en las elecciones de 1933 a Largo Caballero para formar una gran coalición por el bien de España no merecieron respuesta. Largo Caballero, Prieto, el PSOE y las izquierdas en general habían dejado de ser republicanos y se habían convertido en bolcheviques revolucionarios. Paradójicamente, a partir de entonces, y en particular a partir de la Revolución de Octubre, los mayores interesados en defender la república y la democracia fueron los partidos de centro y de derecha: los radicales de Lerroux y los cedistas de Gil Robles. La República intentó sobrevivir bajo gobiernos de centro derecha hasta finales de 1935, pero las izquierdas desataron un rosario de huelgas, asesinatos y atentados, contestados violentamente por los falangistas, que finalmente llevaron al presidente de la República, Manuel Azaña, un brillante intelectual incapaz de afrontar las realidades del país, a forzar la dimisión del presidente del Gobierno, el centrista Lerroux, acosado por un escándalo de corrupción menor pero aireado hasta el paroxismo por la prensa y la radio de izquierdas. Dimitido el Gobierno centrista de Lerroux, las elecciones convocadas en febrero de 1936, que ganó por un pequeñísimo margen el Frente Popular, compuesto por una coalición de partidos izquierdistas liderada por el PSOE, se convirtieron en una victoria aplastante por obra y gracia de un pucherazo llevado a cabo en la segunda vuelta, en un clima de violencia desatada. Francisco Largo Caballero, el llamado Lenín español, otro de los protagonistas de la tragedia de la revolución de octubre


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