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REVISTA_GENERAL_DE_MARINA_JUL_2017

TEMAS PROFESIONALES Ruso y árabe, ¿útiles o por si acaso…? He dejado para el final los dos idiomas con los que menos familiarizados estamos: el ruso y el árabe. Ambos merecen un estudio particularizado sobre su utilidad en el ámbito de las FF. AA. El ruso, más allá de las dificultades de su aprendizaje, pudo considerarse importante durante la época del enfrentamiento de bloques. El desmembramiento de la antigua Unión Soviética pareció alejar el peligro, si bien los intentos de la actual Rusia por volver a ocupar un lugar en el mundo pueden obligarnos a reconsiderarlo. Si se mantiene la situación presente, no parece que el ruso tenga más interés que cubrir determinados puestos en la UVE (Unidad de Verificación Española). Por lo que respecta a la Armada, considero que el interés puede ser aún menor. El contacto con unidades navales rusas es muy escaso, aunque ese resurgimiento del que hablé les está llevando a mostrar la bandera con mayor asiduidad de nuevo en espacios como el Mediterráneo y a intentar extender su radio de acción, con independencia de que su salida más meridional (Sebastopol, en territorio anexionado en disputa con Ucrania) continúe disponible. Recíprocamente, la OTAN ha manifestado su intención de aumentar la presencia naval en el mar Negro y en el Báltico. El árabe, por la cercanía de numerosos países que lo hablan como lengua nativa, merece también una especial atención. La OTAN parece tender en los últimos tiempos a dejar en segundo plano el flanco sur (curiosamente, por el resurgir ruso); sin embargo, el rearme y modernización naval que están experimentando nuestros vecinos más cercanos, así como la amenaza, por desgracia totalmente real, del terrorismo yihadista, que puede encontrar un camino de penetración a Europa en estos países, son factores a tener muy en cuenta. La dificultad de su aprendizaje para cualquier persona occidental ahuyenta a muchos de tan siquiera intentarlo. Tampoco ayuda la escasez de medios, tanto en el mundo militar como en el civil, más allá de la propia Escuela Militar de Idiomas (EMID), y la alternativa autodidacta, si bien no imposible como se ha demostrado en casos aislados, es casi una quimera. Puede que sea el momento de replantearse la posibilidad de potenciar este idioma y favorecer su conocimiento de forma que se mantenga un núcleo suficiente de lingüistas. Se trata, al menos, de no perder la capacidad de la que disponemos y conservarla en el futuro. Evidentemente, por razones de eficiencia, ha de ser un esfuerzo conjunto, ya que la Armada no puede asumirlo con independencia. Motivaciones personales Hasta ahora he planteado el problema de los idiomas desde una perspectiva institucional, desde la conveniencia de la Armada (o de las FF. AA.). 132 Julio


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