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REVISTA_GENERAL_DE_MARINA_JUL_2017

TEMAS GENERALES Consideraciones finales En la estela de lo sucedido en Tarawa-Betio se produjeron enconados debates en el seno del Estado Mayor del Mando del Teatro del Pacífico Central. Nadie podía entender ni explicar que la conquista de una pequeña, y aparentemente sin importancia, isla de aquel ignorado atolón perdido en medio de la nada hubiese costado tantas vidas, además de un portaaviones. Las críticas que le llovieron al almirante Nimitz hicieron que se replanteasen los métodos empleados y se prospectasen otros para conquistar islas; sin embargo, nunca se encontró la fórmula magistral. Los mismos errores, aunque en bastante menor medida, se continuarían cometiendo durante el resto de la Campaña del Pacífico. La conquista de cada isla siguió siendo un trauma, y tan solo la rendición del Japón en 1945 pondría fin a la pesadilla. Ya durante la fase de planeamiento, el general Holland, comandante del 5.º Cuerpo Anfibio, había mostrado su disconformidad con la decisión de asaltar Betio en esas condiciones por considerarla totalmente inapropiada e innecesaria, advirtiendo de los problemas con los que se iban a enfrentar las tropas, como así fue: «Un error estratégico y táctico con miles de bajas evitables »; se podría haber destruido o neutralizado todo el atolón de Tarawa desde las bases propias en las islas Baker, Ellice y Phoenix. En contraposición, y a toro pasado, estas opiniones fueron refutadas por otros mandos participantes en la operación: «La captura de Tarawa había creado una brecha en las defensas japonesas en el Pacífico Central, pero sobre todo brindó una lección y una experiencia única sobre el modo de actuar en los siguientes asaltos, aunque eso sí, a un coste demasiado alto». El general Holland basaba sus apreciaciones en varias circunstancias, entre ellas la prepotencia de los mandos de la Armada puesta de manifiesto ya durante la fase de planeamiento de la operación, agravada por su falta de experiencia en las operaciones anfibias, en la que sí habían escuchado el parecer del Mando de la Fuerza de Desembarco, pero no lo tomaron en consideración, fruto del sempiterno forcejeo entre «lo que se pide y lo que se da». De sus resultas, y a partir de entonces, se dispuso que, preceptivamente, durante la fase de planeamiento, los Mandos de los tres componentes —Naval, Terrestre y Aéreo— estarían al mismo nivel; disposición que aún sigue vigente en la actual Doctrina Anfibia. En esto abundaba también la resistencia por parte de la Armada a concentrar durante mucho tiempo sus grandes unidades navales en un espacio relativamente pequeño como lo es una zona de objetivo anfibio, lo cual llevaba a que los fuegos de preparación para el desembarco durasen solamente unas pocas horas. También contribuyó a este particular la denegación a la propuesta del Mando de la FD de llevar a cabo una demostración anfibia sobre las playas de la costa sur de Betio con la intención de confundir a los japoneses en cuanto al sector de desembarco elegido. 24 Julio


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