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REVISTA_GENERAL_DE_MARINA_JUL_2017

TEMAS GENERALES su ambición en las Aleutianas hacia el norte; en la de Midway, en el archipiélago hawaiano, hacia el este, y hacia el sur, en la isla de Guadalcanal, en las Salomón, así como la ocupación de Port Moresby para neutralizar Nueva Guinea. Y, ya metidos en faena, ¿por qué no otro bocado más allá?: ocupar también las islas Ellice, que cierran por el sureste la Micronesia; Nueva Caledonia, en las Nuevas Hébridas; Samoa y el archipiélago de las Fidji, todo ello con el objeto de neutralizar Alaska y Pearl Harbor y cortar definitivamente por el sureste las rutas marítimas entre los Estados Unidos y Australia. Pero una cosa eran las intenciones y otra la realidad; la batalla del mar del Coral en mayo de 1942 y la de Midway en el mes de junio siguiente frustraron estos intentos de expansión hacia el sur y el este, respectivamente; y cuando las fuerzas americanas iniciaron la reconquista de las islas de Kiska y Attu, en las Aleutianas, también en este mismo mes de junio, vieron cómo se desmoronaba la pretendida neutralización de Alaska en el norte y el corte definitivo de las rutas marítimas entre Estados Unidos y Australia. La debilidad en que habían quedado las Fuerzas Navales norteamericanas en el Pacífico después del ataque preventivo a Pearl Harbor, así como su reciente implicación en la guerra en el teatro europeo, habrían de condicionar seriamente su respuesta estratégica en este escenario, por lo que, previsiblemente, no les iba a ser posible recuperar la iniciativa ni empeñarse en acciones en fuerza durante este año de 1942, ni aun en parte de 1943. Mientras tanto, y hasta que no restableciese su dañado poder naval, tan solo podrían llevar a cabo acciones limitadas en el espacio y en el tiempo —incursiones— sobre las islas ocupadas mediante fuerzas sutiles de su Armada —destructores y submarinos— y de su Infantería de Marina. Su objetivo sería ir tanteando el perímetro defensivo japonés para adquirir información y golpearle allí donde se presentase más débil para conseguir un efecto moralizador en sus propias filas y el contrario en las del enemigo. Dos eran los ejes de progresión, convergentes, que habían diseñado y acordado las fuerzas aliadas hacia Japón. El uno, liderado por el US Army —general MacArthur—, discurriría a través del Pacífico Sur y Sudoeste por las islas Salomón, Nueva Guinea, las Bismarck y la Melanesia, con el objetivo intermedio de las Filipinas. El otro, liderado por la US Navy —almirante Nimitz—, lo haría a través del Pacífico Central, progresando sobre los archipiélagos de la Micronesia: islas Ellice, Gilbert, Marshall, Carolinas y Marianas, con la vista puesta en al asalto final a Japón, mientras se trataba de soslayar y mantener neutralizadas las bases avanzadas y demás puntos fuertes del despliegue japonés, a la par que desde este eje se flanquearía la progresión por el sudoeste y convergería con ella para apoyar la reconquista de las Filipinas. Animados por las perspectivas que se abrían tras los reveses japoneses habidos en las batallas del mar del Coral y Midway, el 7 de agosto de 1942 se acometió la reconquista por los aliados de la isla de Guadalcanal, la más al sur del archipiélago de las Salomón en el teatro del Pacífico Sur. El asalto anfibio 8 Julio


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