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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 917 SET 2017

LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN SEGURIDAD Y DEFENSA, FACTOR DE COHESIÓN ANTE LA AMENAZA TERRORISTA Manuel Ruiz Isac. Graduado en Geografía e Historia. Analista colaborador del Ministerio de Defensa 12  REVISTA EJÉRCITO • N. 917 SEPTIEMBRE • 2017 agrupados, han promovido la violencia y el terror en oposición al poder del Estado para conseguir sus fines y alimentar su causa, cualquiera que esta fuese. Por tanto, es un problema con variantes históricas y con diferentes soluciones. «La forma de combatir una guerra de este tipo es hacer cuanto se pueda por prevenirla antes de que estalle y, si llega a estallar, … oponer la guerra justa a la guerra injusta, siempre que eso sea posible»2. LA NECESIDAD DE UNA VARIACIÓN EN EL CONCEPTO DE SEGURIDAD El terrorismo global ha hecho de casi todo el planeta un teatro bélico de operaciones en el que todo lo ajeno o lo diferente a las propias creencias, o todo aquello que se opone a mis fines o que considero amenaza, es un objetivo legítimo y prioritario para atacar. La proximidad de esta nueva amenaza a zonas de alto valor económico y estratégico para España, e incluso la infiltración de la misma dentro de las fronteras del reino, han demostrado la necesidad de un nuevo replanteamiento en materia de seguridad, plasmado en la Estrategia de Seguridad Nacional, que dote a la nación de las capacidades y medios necesarios para asegurar su defensa. «La idea básica de la defensa es la de parar un golpe y se distingue de otras acciones en que es reactiva, en que espera el golpe que debe parar (la disuasión sin embargo se anticipa con voluntad y capacidad). Sin duda el objeto y fin de la defensa es el de conservar»3. En el exterior de nuestras fronteras, España ha adoptado una línea de acción estratégica de INTRODUCCIÓN En un mundo caracterizado por la globalización, los desequilibrios demográficos, las desigualdades en el reparto de la riqueza, las consecuencias del cambio climático y las alteraciones derivadas de los movimientos de las naciones por acaparar influencia y poder proliferan amenazas de diferente tipología que, en último término, desafían permanentemente la seguridad de las naciones, tan esencial para su libertad, bienestar, estabilidad y su próspero desarrollo. En este sentido, uno de los desafíos más urgentes para España, y para el mundo occidental, es la acción recalcitrante de agentes no estatales autóctonos, norteafricanos y de Oriente Medio que han visto en el terrorismo el medio necesario para la materialización de sus fines. La consecuencia principal de su posible consolidación1 es que, aparte de su brutal y abominable acción criminal sobre la población, su implantación en el territorio puede alimentar otras potenciales amenazas como la inmigración ilegal, el tráfico de armas, personas y estupefacientes…, lo que puede llegar a convertirse en un multiplicador de amenazas que hay que neutralizar de forma imperativa. Aunque «el terror» se ha visto reforzado por las facilidades de difusión que aportan los medios de comunicación y las redes en el mundo del siglo  xxi, este mal no es un problema estrictamente coetáneo, ni siquiera es reciente, sino de aliento ancestral. No importa la era de la historia que se escudriñe ni la sociedad que se contemple, siempre hay individuos que, unilateralmente o


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