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REVISTA HISTORIA NAVAL 138

DIEGO TÉLLEZ ALARCIA directores de la Compañía mintiesen o exagerasen a propósito en sus despachos, sino solo que la información por ellos recabada podía ser defectuosa o susceptible de malinterpretarse. No cuadran tampoco las estimaciones de las bocas de fuego que poseía la flotilla rival, exageradas sobre todo en el caso de la presunta fragata, probablemente en referencia a la Antílope. Por otro lado, no es descartable en absoluto que otras embarcaciones de la misma nacionalidad apareciesen en escena en esas fechas o en las inmediatamente anteriores o posteriores. Tenemos constancia, por ejemplo, de que en octubre de ese mismo año el gobernador Ruiz de Huidobro notificaba a Francisco Gil de Taboada, secretario de Marina, el apresamiento de otras dos fragatas corsarias, nombradas Nally y Elisabeth, por parte de la corbeta española Reina Luisa (65). Sea como fuere, lo relevante de la cuestión es que la presencia corsaria británica era una realidad y suponía un peligro más que evidente para la Santo Domingo de la Calzada, máxime con las averías que arrastraba tras su paso por el cabo de Buena Esperanza y la reducción de su potencia artillera respecto de la primera singladura (de 24 a 14 cañones). Para acabar de torcer las cosas, Latre no había podido recalar en Maldonado sin sufrir un último percance. Puesto que a bordo no viajaba ningún práctico de la zona, el oscense se había visto forzado a entrar en el fondeadero a ciegas. Lo hizo por la boca del sureste, la más peligrosa, rozando y dañando el timón con una laja de piedra cuya existencia acababa de descubrirse unos meses antes y que, por ello, era invisible en las cartas de navegación de que disponía el oscense. El oficial lo describe en estos términos: «… habiendo después permanecido voltejeando con viento fresco del O, entre el banco Inglés y la costa, viendo que el viento se mantenía invariable y fresco y que por las corrientes nos sotaventábamos, arribamos a las 10 de la mañana del 28 de junio en demanda de Maldonado, no obstante carecer de plano y práctica de su ancladero y entrada; tiramos en sus inmediaciones con el pabellón de la compañía largo un cañonazo pidiendo práctico, pero no moviéndose persona alguna del pueblo nos dirigimos a buscar la boca del SE que juzgábamos más franca y era en extremo la más peligrosa y con sondas de banda y banda y vigías repartidas en todas partes del buque nos metimos dentro como a las 3 de la tarde del referido día 28; y al ir a fondear el ancla en 6 brazas arena, tocamos de refilón con una laja que nos desarmó el timón sin que el casco de la fragata hubiera recibido el menor daño» (66). A causa de este imprevisto postrero y de la presencia amenazante de los corsarios, Latre se vio completamente inmovilizado en Maldonado. Así las cosas, y dada la contumacia de los británicos, fue necesario organizar la intervención de una fuerza equivalente. Por suerte, unas semanas antes se habían reclutado varias naves para la flotilla ligera al mando de Santiago de (65)  AGNU, Museo Histórico, caja 100, carpeta 3. (66)  «Extracto de las navegaciones…» 22 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 138


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