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REVISTA HISTORIA NAVAL 138

FEDERICO EZEQUIEL ORTEGA empeorada por la crónica escasez de recursos a causa de los conflictos y las dificultades para comerciar con el exterior. La guerra de corso hasta 1817 En palabras de Laurio Destéfani, el corso era una forma de guerra desarrollada por civiles a los que se les asignaban cargos equivalentes a los militares. Estando sometidos a los reglamentos de corso, los corsarios debían tener una patente, atacar exclusivamente naves de la nación enemiga y durante un tiempo limitado (usualmente un año), y ser humanitarios con los prisioneros y respetuosos con los neutrales. Además, las presas obtenidas debían ser declaradas legítimas por un tribunal. En el contexto de fragilidad institucional y militar posterior a la creación de la Primera Junta, el primer intento de crear una jurisprudencia, siquiera implícita, sobre el tema de la guerra de corso fue un decreto del Triunvirato del 3 de abril de 1812, en el que se autorizaba a los captores de un buque enemigo a apropiarse de este y de sus existencias exceptuando las armas, que se entregarían al Gobierno «dando cuenta las justicias o comandantes para la debida instrucción». Cabe destacar que, desde 1812, el corso era sobre todo de índole fluvial, en orden a mantener abiertos los ríos interiores al tráfico de embarcaciones de cabotaje y cerrar posibles vías de comunicación con tierra a los sitiados en Montevideo. Clausurada dicha instancia con la caída de esta ciudad, se pasaría al corso marítimo, cuyo objetivo era perjudicar el comercio español apresando sus naves y obligando a la metrópoli a proteger sus buques de guerra. La guerra de corso, en su doble instancia fluvial y marítima, fue una solución efectiva en la lucha de los rebeldes contra la flota española en una situación de escasez crónica de recursos. En el caso del Río de la Plata, y en vista de la grave situación de carestía, se debió optar por la preparación para la guerra de buques mercantes, contando con aportes privados ―como los de Juan Larrea y Guillermo Pío White, comerciante y armador norteamericano afincado en Buenos Aires, presente en múltiples operaciones de este tenor durante el período― y recibiendo incluso insumos de los almacenes del Estado a fin de habilitarlos para la guerra. La mayoría de los autores coinciden en que la primera expedición de corso que intentó combatir a los españoles por mar fue la encabezada por el norteamericano Tomás Taylor y ejecutada por la corbeta Céfiro. En virtud de patente expedida el 13 de mayo de 1815, la Céfiro logró la captura de la fragata mercante Nuestra Señora de Montserrat y de la goleta negrera Divina Pasto- directores hasta 1817 fue la siguiente: Gervasio Antonio de Posadas, de enero de 1814 hasta enero de 1815; Carlos M.ª de Alvear, de enero a abril de 1815; Ignacio álvarez Thomas, de abril de 1815 a abril de 1816; Antonio González Balcarce, de abril a julio de 1816, y Juan Martín de Pueyrredón, de julio de 1816 a junio de 1819. 88 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 138


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