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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 918

aspectos más destacados y novedosos de la nueva estrategia norteamericana sean: el fin del compromiso con el futuro de Afganistán, si el gobierno no acomete reformas, y la idea de explorar la posibilidad de una solución política con los talibanes; un «enfoque diferente» respecto a Pakistán caso que no desista de prestar apoyo a los terroristas; a todo esto hay que añadir la invitación a India para que tome parte activa en la recuperación afgana. SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS EN AFGANISTÁN Es indudable que Ia situación se ha deteriorado en Afganistán en los últimos tiempos. En enero el general Nicholson, jefe de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán, ya había lanzado una sorprendente advertencia al manifestar que la guerra «está en un callejón sin salida». La realidad es que en 2016 el gobierno afgano mantenía bajo su mando un 72 % del territorio, y este año solo un controla un 57 % del país, mientras en el sur los talibanes llegan a dominar un 80 %. Otro factor importante es que, a pesar del acuerdo de gobierno de unidad de septiembre 2016, persisten las tensiones dentro del gobierno afgano. Al debate sobre la organización del Estado —sistema presidencial o parlamentario— se unen los enfrentamientos entre los que desean una negociación con los talibanes y los que quieren recurrir a la violencia, pasando por los partidarios de eliminar la corrupción y los que quieren perpetuarla, además de la confrontación entre pastunes, tayikos, uzbecos y hazaris por mantener una cuota de poder4. INVITACIÓN A INDIA Y AVISO A PAKISTÁN Un componente destacado de la nueva estrategia norteamericana en el sur de Asia ha sido la invitación para que India, el archienemigo pakistaní, se involucre más en Afganistán. EE. UU., que en el pasado trató de restringir la ayuda india a Afganistán para inducir cambios positivos en Pakistán, ahora ve positivo que Delhi haya aumentado su papel con la firma con Kabul de una Asociación Estratégica, que ha permitido el entrenamiento de 4.000 oficiales y la donación de helicópteros. Y esto, unido a los 2.000 millones de dólares de ayuda, ha contribuido a la popularidad de India entre los afganos, aunque Delhi no quiera dar un mayor apoyo militar que pondría en peligro su política de soft power. 106  REVISTA EJÉRCITO • N. 918 OCTUBRE • 2017 La advertencia norteamericana a Pakistán de tener un enfoque diferente respecto a los talibanes ha supuesto, de momento, la congelación de 255 millones de dólares de ayuda militar y la amenaza de sanciones, e incluso, pone en peligro su estatus de segundo mayor aliado no OTAN 5. La respuesta pakistaní ha sido una condena parlamentaria y protestas callejeras contra EE.  UU., algo que complica más la situación puesto que Washington no puede prescindir de Islamabad, ya que esto supondría un riesgo por la pérdida de inteligencia, la negativa a sobrevuelos sobre suelo paquistaní y complicaciones para el abastecimiento de las fuerzas en Afganistán pero, sobre todo, por el peligro de desestabilizar un país nuclear como Pakistán. Otra importante contrariedad para Pakistán ha sido el claro mensaje de los BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica que, en su cumbre de Xiamen, han calificado la violencia causada por diversos grupos terroristas como una de las principales preocupaciones sobre la seguridad regional6. Es de destacar que entre estos grupos, además de los talibanes, el Estado Islámico, Al Qaeda y sus afiliados, aparecen el Movimiento Islámico del Este de Turkestán, el Movimiento islámico de Uzbekistán, la red Haqqani, Lashkare Taiba, Tehrek-i-Taliban Pakistan e Hizbut Tahir, e incluso Jaish-e- Mohamed, grupo que India acusa de atentados, entre ellos el de la base aérea de Pathankot, y ahora opta por presentarse a las elecciones en Pakistán. La reacción de Islamabad ha sido enviar a su ministro de exteriores Khawaja Asif a China en busca de apoyo, pero solo ha conseguido buenas palabras. Pekín no desea que se aísle a Islamabad, pero también cree que no hacen lo suficiente para erradicar grupos terroristas que les afectan en Xinjiang. No hay que olvidar que China actúa como mediador entre Pakistán y Afganistán, pero su principal interés estratégico en la región es derrotar al terrorismo. El presidente afgano Ashraf Ghani también ha aprovechado la presión norteamericana para proponer a Islamabad un amplio diálogo político asegurando que la paz con Pakistán puede llegar por medios políticos7. En resumen, parece indudable que EE. UU. tiene que seguir en Afganistán por prestigio y temor al terrorismo, mientras Pakistán no tiene más remedio que «cambiar de dirección rápidamente»


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