GALERAS Y PILOTOS: AYUDAS PARA LA NAVEGACIÓN POR EL RÍO GUADALQUIVIR (SIGLOS XVI-XVIII) Marcos PACHECO MORALES-PADRÓN Graduado en Historia Máster en Estudios Americanos Introducción EVILLA, siglo XVI y primera mitad del XVII. La «Nueva Babilonia del mundo», como cantaba Lope de Vega, poco a poco va viendo cómo su vía de acceso al Atlántico y América, el Guadalquivir, se va degradando. La barra de Sanlúcar y los bajos arenosos del río, acrecentados por el lastre arrojado y las continuas crecidas, ponían en riesgo la seguridad de las naos que intentaban llegar al Arenal de la metrópoli. Si ya a principios del XVI las carracas venecianas no podían remontar el viejo Betis, cada vez más los nuevos y grandes galeones optaban por alijar parte de su cargamento en diferentes puntos intermedios o, en el peor de los casos, hacerlo en la cercana Cádiz. Ante el recelo de la Casa de Contratación, muchos capitanes no se aventuraban río arriba por el miedo a encallar en alguno de los meandros del retorcido estuario. Para evitar estas situaciones, las embarcaciones contaban con los servicios auxiliares de los pilotos, las galeras y, en última instancia, el propio sistema de sirga. Especialistas en sortear los obstáculos: pilotos y prácticos Fueron las limitaciones físicas y geográficas que el Guadalquivir ya presentaba, cuando Sevilla fue elegida como cabeza rectora de la Carrera de 2017 421
REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017
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