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REVISTA GENERAL DE MARINA OCT 2017

RuMBO A LA VIDA MARINA ventajas, como la de poder nadar a gusto o guarecerse en cualquier escondrijo adquiriendo la forma adecuada. Pero algo nos advierte de que eso de la blandura no era tan «guay» como se supone cuando caracoles, almejas, mejillones, vieiras y compañía se empeñaron en protegerse con unas duras conchas que, si bien es cierto que les limitaba la libertad de movimiento, en compensación les alejaba del peligro de ser devorados en un santiamén. Siguiendo esta tónica, es evidente que en la evolución de las especies marinas hacía tiempo que se estaba fraguando la necesidad de endurecerse, y de aquí que los equinodermos inventasen un endoesqueleto calcáreo o esqueleto interno, muy parecido al nuestro, y quién sabe si su precursor, aunque forzosamente tenía que ser más difuso y menos rígido para permitirles los lentos pero decididos movimientos que les caracterizan. Y que dicho esqueleto, constituido por pequeñas placas y espículas sin excesiva trabazón, es de carácter interno (y no externo, como el de los cangrejos) lo demuestra el hecho de que el caparazón de los erizos de mar —que muchos confunden con una concha como la del caracol— siempre está envuelto en una consistente membrana viva que lo aísla del medio exterior. Siguiendo este modelo, las espinas de las estrellas son protuberancias o excrecencias internas de la piel que proceden del citado endoesqueleto. Muchas de ellas constituyen órganos neurosensoriales que forman parte del sentido del tacto en estos raros animales, amén de la función defensiva que pueden representar. Estrellas y erizos cuentan también con unos pequeños apéndices, los pedicelarios, que, en conjunto y como el limpiaparabrisas de un coche, se ocupan de impedir que los parásitos se fijen a su cuerpo. En algunos casos, además, son venenosos y servirían como arma defensiva. A la izquierda, esqueleto de erizo. Dado su carácter interno, el animal crece al mismo ritmo que el esqueleto y no necesita mudarlo. A la derecha, esqueleto externo de langosta. Cuando el cuerpo crece necesita otro esqueleto más grande, se desprende del antiguo y tiene que fabricar uno nuevo de mayor tamaño. (Foto del autor). 2017 487


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