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co en el equilibrio global de poder, ya que China va por detrás en indicadores económicos, capacidad tecnológica y recursos militares. Pero «el hecho de que China no pueda llegar a ser un competidor de Estados Unidos a escala global no significa que no pueda desafiar a Washington en Asia», indica Nye. Una opinión similar mantiene también el profesor Christopher Coker, de la London School of Economics, quien considera el ascenso de China como la cuestión internacional más importante de nuestro tiempo. Coker piensa que si Pekín trata de imponer su preeminencia regional y modificar el estatus internacional de manera favorable a sus intereses, la colisión con Washington resultará inevitable porque EEUU no renunciará a su papel dominante y no permitirá que otra potencia altere el orden actual. Según Coker, la prosperidad de ambos países y la estabilidad de Asia-Pacífico hará obligatorio negociar permanentemente la coexistencia para evitar el conflicto armado. POTENCIA MILITAR El Military Balance de 2017 publicado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) británico concluye que China ha tenido un significativo avance en la inversión en equipamiento de defensa, alcanzando el nivel de Occidente. El documento inglés resalta el aumento en su capacidad aérea (especialmente con nuevos aviones como el J-20 o el bombardero de medio alcance H-6K) y naval, con destructores como el tipo 52D. Durante el desfile militar celebrado el pasado julio, Pekín presentó el misil Dongfend DF-16 (con un alcance de hasta 1.000 kilómetros y capaz de llegar a las bases estadounidenses de Okinawa), y poco antes testó el misil intercontinental DF-5C, con un cabeza dotada de diez ojivas con guiado individual. En 2017, su presupuesto de Defensa aumentó el 7 por 100 respecto al año anterior, lo que le sitúa en el 1,3 por 100 del PIB y en algo más de un billón de yuanes (unos 141.000 millones de euros). Cifras que siguen situando a China (así ha sido en los últimos cinco años) como el país que más invierte en Defensa (Donadl Trump ha afirmado que pretende abanderar «el gran resurgir» militar estadounidense con una subida en el gasto militar del 10 por 100, pero la propuesta De izquierda a derecha, el presidente de la Comisión Europea, Juncker; el primer ministro chino, Keqiang; y el presidente del Consejo Europeo, Tusk. Una relación necesaria para la Unión Europea LA última cumbre bilateral entre la UE y China se celebró en Bruselas en los primeros días de junio de 2017. El encuentro subrayó la necesidad de adoptar una nueva estrategia de la Unión Europea hacia China, con beneficios recíprocos y en igualdad de condiciones, incluyendo algunos aspectos de carácter mundial que hacen referencia a los refugiados, la cooperación para el mantenimiento de la paz en África y la lucha contra el terrorismo, además de los conflictos regionales en Siria, Libia, Ucrania, Corea del Norte y el Mar Meridional de China. En el año 2007 comenzó la negociación de un nuevo Acuerdo de Asociación y Cooperación que sigue todavía vigente, en el que se incluyen numerosos encuentros comerciales, económicos y financieros. China pretende casi siempre diferenciar el diálogo político de los aspectos económicos y tecnológicos que le interesan. Poco a poco —según el analista Javier de Carlos Izquierdo, del Instituto Español de Estudios Estratégicos – esta visión ha cambiado, «porque la Unión Europea siempre ha creído que el comercio, la economía y las finanzas son el medio idóneo para hacer política y ahora está comprometida a cumplirlo». Desde la óptica de la UE las relaciones con China no son equilibradas, ya que no hay avances significativos en los principios básicos que Bruselas plantea: respeto al estado de derecho, mayores recursos humanos y financieros en organismos internacionales, mayores compromisos bilaterales en las relaciones comerciales y tecnológicas, y una relación equilibrada en cuanto a beneficios de las dos partes. No obstante, los avances conseguidos son notorios, y el objetivo de la relación con China pretende un replanteamiento político global en la región Asia-Pacífico. Pero el interés de la UE en China es sobre todo comercial y financiero y busca mejorar su balanza comercial y que Pekín participe en inversiones y la deuda pública europeas. dad de combate como fundamental punto de referencia —señalaron las fuentes oficiales—, profundizar en la reforma militar y presionar para impedir la corrupción dentro del ejército. No existen dudas de que China quiere una revisión del sistema internacional inspirado por Occidente que esté acorde con su propio poder real. Algo que ha ido forjando gradualmente desde que Pekín abandonara el aislamiento de los años de la Revolución Cultural y Olivier Hoslet/EFE emprendiera la vía establecida por Deng Xiaoping. Desde entonces, China ha trabajado para integrarse con «modestia» en el orden internacional, y ahora ha considerado que ha llegado el momento de situarse en el centro del poder mundial, y poner fin a la era unipolar bajo la primacía norteamericana. Destacados analistas, sin embargo, como el profesor Joseph Nye de la universidad de Harvard, consideran que EEUU mantendrá su papel hegemóni- 58 Revista Española de Defensa Enero 2018


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