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REVISTA EJERCITO 922

La reina madre en el acto de inauguración de los cuarteles Cultura  /  47 la oferta hecha al mismo y aceptada mediante Real Orden de 10 de junio, inserta en el Boletín Oficial del Ministerio de la Guerra de 12 del mismo mes»2. Tras ello, a la Comandancia de Ingenieros de San Sebastián se le encomendó la tarea de deslinde y mediciones de los terrenos anteriormente indicados y se fijó el precio de venta a razón de 5 pesetas por metro cuadrado. Por otro lado, el Club Cantábrico, en función de los artículos 36 y 42 de sus estatutos, donde se describen las competencias de la Junta Directiva y Juntas Ordinaria y Extraordinaria, aprobó la también representación de don Luis Olasagasti Medina para las operaciones de deslinde de los terrenos que este club poseía en el barrio de Loyola con la Comandancia de Ingenieros, y que fueron ofertados de igual modo al Ramo de la Guerra «para el acuartelamiento de fuerzas de esta capital, oferta aceptada por real orden inserta en la Gaceta de Madrid del 12 de junio actual»3. Como se estableció en el pertinente concurso celebrado y aprobado por Real Orden del Ministerio de la Guerra a 10 de junio, se vendían los mismos a razón de 5 pesetas por metro cuadrado, lo cual daba una suma de «seiscientas un mil cuatrocientas treinta y siete pesetas con cincuenta céntimos» para la Sra. Roncal y de «doscientas noventa mil setecientas noventa pesetas» para el Club Cantábrico. El rey Alfonso XIII, de acuerdo con lo informado por la Comisión Permanente del Consejo de Estado, aprobó dicho concurso y dispuso la adquisición de todos esos terrenos situados en la margen derecha del río Urumea y otros de la margen izquierda con los edificios que existían en ellos, a razón del precio por metro cuadrado antes citado. Se cerraba la real orden con la firma de la misma en Madrid, a 10 de junio de 1920. Con todo lo anteriormente descrito se había conseguido el primer paso, la adquisición de los terrenos que iban a facilitar la nueva ubicación de las unidades militares en la plaza de San Sebastián, y en una zona que le ofrecía cierta capacidad defensiva, por un lado, y mayor libertad de movimientos hacia las salidas de la ciudad por otro. Solo restaba la siguiente fase: la construcción de los edificios e instalaciones. LA CONSTRUCCIÓN DE LOS CUARTELES En el transcurso de los 16 días posteriores a la fecha de adquisición citada anteriormente, el 10 de junio de 1920, se fue madurando la idea de elaborar el proyecto de edificación, el cual fue finalmente ordenado el día 26 del mismo mes. El comandante de intendencia don Martín Urosa Santos, a la sazón jefe de propiedades del Ramo del Ejército en San Sebastián, certificó la posesión por parte del Ministerio de la Guerra de aquellos terrenos mediante la escritura de compra-venta que se otorgó el 14 de octubre de 1920 al cuartel Princesa. El certificado se firmó con fecha de inscripción de 10 de noviembre de 1920.4 Así las cosas, dentro del Plan de Construcción de Cuarteles que trazó en aquellos años el Ministerio de la Guerra surgieron los de ventas de Irún y los de Loyola que estamos tratando. Se elaboraron los proyectos para el edificio de zapadores minadores a cargo del coronel de ingenieros Martín Acha, donde intervinieron también el comandante ingeniero militar Luis Barrio y el capitán Sánchez Ruiz. Al teniente coronel Díaz y al capitán Manuel de las Rivas les correspondieron los edificios para infantería. Durante el mes de febrero de 1922 se iniciaron las obras de los cuarteles y se optó por la externalización El Acuartelamiento Loyola, los cuarteles de Loyola, fueron comprados a principios del siglo XX por el Ramo de la Guerra del Estado español, tras un concurso público, a una viuda propietaria y una sociedad civil de recreo, ambos donostiarras


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