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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

194 EMILIO DE DIEGO GARCÍA todo lo anterior-, española. Así lo recordaría en gran parte el propio Juárez que mantuvo con Prim, posteriormente, una interesante correspondencia. El debate se alargó hasta el 23 de diciembre y polarizó, en buena parte, la atención del país. Prim rebatió en primer término a los que le acusaron de seguir una política antifrancesa. “Habrá –se preguntaba- quien razonadamente pueda decir que yo fui enemigo de Francia?…” -y contestaba- “… ni soy (siquiera) enemigo de la Francia oficial que tan mal me ha tratado, ni puedo serlo mucho menos del augusto Soberano que rige los destinos de aquel país, y de quien he recibido tantas muestras de benevolencia”36. Otra cosa sería la respuesta al ministro imperial Mr. Billault. Ya unos meses antes, a principios de julio de 1862, Napoleón III había nombrado comandante del Cuerpo Expedicionario Francés al general Forey. En las instrucciones que el emperador le entregó se señalaba el principal objetivo de aquel contingente militar. “Tenemos interés en que la República de Estados Unidos sea poderosa y próspera; pero no tenemos ninguno en que se apodere de todo el golfo de México, domine desde allí a las Antillas y a la América del Sur…”37. Pues en ese caso, añadía Napoleón III “… Dueña de México y por consiguiente de la América Central y del paso entre los dos mares no habrá ya más potencia en América que los Estados Unidos”.38 Esto podía compartirlo España, sin embargo el gobierno de una monarquía, apoyada sobre las armas francesas, pondría, siempre según el emperador francés, “un dique al desbordamiento de los Estados Unidos”, iba dirigido a asegurar, “la independencia de las colonias francesas en el Caribe y –a manera de dardo añadía– las de la ingrata España”. Francia incrementaría su influencia en Centroamérica y, con ello, podría controlar un importante espacio económico. Pero aquí, para nada, figuraban los intereses españoles, por lo que no tendría sentido emplear a nuestros soldados en ese objetivo. Conforme a estas disposiciones, aunque se encubrieran con un ropaje retórico, México parecía condenado a elegir entre dos amos: Estados Unidos o Francia. No era éste el sentir de Prim, pese a su amistad con Napoleón III, pero tampoco el de muchos franceses, más decididos a favor de la libertad que de los intereses económicos de unos cuantos. Víctor Hugo llegaría a decir “Mexicanos, tenéis razón en creer que estoy con vosotros. No es Francia la que os hace la guerra, es el Imperio. Ciertamente estoy de vuestro lado”. 36  Ver DSS. Legislatura 1862-1863, sesión de 9 de diciembre de 1862, pág. 19. 37  Ver Garfias Magaña, L.: Ob. Cit. Pp. 62. 38  Ver Pérez Siller, J. y Grajales, A. (Coords): México-Francia. Memorias de una sensibilidad común. Siglos XIX y XX. Historias, mitos y representaciones del 5 de mayo. Vol. VI. Ed. León, México, 2017. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 194-200. ISSN: 0482-5748


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