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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

O´DONNELL, PRIM Y LA EXPEDICIÓN A MÉXICO 193 la prensa, salvo La España y La Regeneración, pues ni siquiera La Iberia defendía su comportamiento en México. Sin embargo, los argumentos de Prim habían convencieron a la reina, que se hallaba en Aranjuez y, cuando el presidente del Consejo de Ministros se acercó al Real sitio para despachar con la soberana y, exponerle entre otras cosas, su rechazo acerca de la solución adoptada en el tema de México, se encontró con que Isabel II alababa aquella decisión. Así pues, a O’Donnell no le quedó otro remedio que declarar, en el Congreso, el 19 de mayo de 1862, que el Gobierno aprobaba la conducta del conde de Reus. A los tres días le comunicaba, oficialmente, al interesado esa misma decisión. Entre tanto, el 9 de mayo, había llegado Prim a La Habana con el disgusto por el comportamiento de los franceses; por el sacrificio poco lucido que había tenido que hacer; por sus diferencias con el duque de la Torre y su recelo hacia la decisión del Gobierno acerca de su gestión; por la situación en la que quedaban los mexicanos y, en especial, por la muerte y el dolor de tantos soldados españoles. Pero también con la satisfacción de haber cumplido con lo que creía su deber. No obstante aún le quedaba un arduo camino para acallar la voces que seguían alzándose contra él. La expedición a México a debate en el Senado Vuelto a Madrid, en julio de 1862, después de un largo periplo por Washington, Nueva York, Londres y París, al marqués de los Castillejos le quedaba por lidiar otra batalla. Una vez reincorporado a la vida política se preparó para neutralizar las acusaciones que se le habían hecho. El 9 de diciembre de 1862 Prim introdujo una enmienda al proyecto de contestación al discurso de la Corona. El objeto de esta medida era tomar la palabra para defender su gestión al frente del cuerpo expedicionario en Méjico. Durante su discurso, que se extendió a lo largo de las sesiones de los días 11, 12 y 13 del citado mes y año, el conde de Reus fue rebatiendo en el Senado los cargos que se le habían imputado. Su exposición se apoyaba en la certeza de haber cumplido las instrucciones del Gobierno, como buen español y como general de la reina de las dos Castillas. Esa seguridad de haberse ceñido a su deber y estos títulos le ponían por encima de cualquier maledicencia. Pero, además, no había hecho otra cosa que desarrollar una actuación generosa, noble y paternal hacia los mexicanos y mantener la política de España, independiente de la de cualquier otra potencia. Una actitud –según sus palabras- hidalga, noble, franca e insistía, una vez más, -como título que compendiaba Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 193-200. ISSN: 0482-5748


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