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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2017

EL CLAN O´DONNELL, UNA SAGA DE SOLDADOS 21 irlandés por parte materna y que la familia MacSwiny (forma más habitual de transcripción), era originaria de Donegal y estrechamente vinculada a los O´Donnell durante generaciones, como veremos. Su esposa, Dª Vicenta Kindelan, tenía a su vez raíces gaélicas (los O´Caoindeabhain de Meath). La conclusión a la que llegamos es que no hubo en realidad el menor motivo para que un “irlandés” tuviese menos oportunidades que cualquier otro español, como demuestran las cifras proporcionadas por de Fernán Caballero. Esta circunstancia había quedado patente en enero de 1812, cuando Enrique José O´Donnell (tío de Leopoldo y hermano de Carlos), fue nombrado miembro del Consejo de Regencia, destinado a dar el impulso y toque final a la redacción de la Constitución gaditana, fue el único que no fue cuestionado de ese “quintillo”. Nadie creyó tampoco que se tratase de un extranjero, ni siquiera de un nacionalizado, cuando ésta fue aprobada, pese a señalar que: “Para poder ser individuo de la Regencia se requiere ser ciudadano en el ejercicio de sus derechos”.10 En abril de 1842, en la Cámara de Diputados de Francia se abrió un agrio debate sobre la supuesta protección que el gobierno de Luis Felipe estaba dando a Leopoldo O´Donnell que, refugiado en París, conspiraba para derrocar al general Espartero que había asumido la regencia de España, interpretándolo como un apoyo a una minoría étnica, la irlandesa, muy reaccionaria. A pocos años de las “barricadas” francesas que darían paso a la II República, la oposición más revolucionaria protestó del diferente trato que sufrían otras minorías conspiradoras como los polacos y los patriotas suizos y piamonteses que se veían perseguidos. Su alegato “los unos quieren una contrarrevolución y a estos los acogéis, los otros quieren una revolución y los arrojáis”11, no fructificó, porque O´Donnell representaba una opción personal y no encabezaba ninguna minoría racial alborotadora. El “irlandés” contemporáneo es cada vez más independiente de su pasado familiar. Importa mucho menos lo que los suyos fueron que lo que él es. Su futuro está mucho más en sus manos y no se requiere “calidad” para alcanzar los más altos cargos en cualquiera de las administraciones, civil, militar o eclesial, y en él las creencias religiosas han pasado en grado notable de la esfera colectiva a la personal. Sólo el poder económico heredado sigue gozando de tanta fuerza y vigor como el adquirido. En este aspecto no se señalaron los irlandeses militares; no se enriquecieron significativamente y aún siguieron siendo válidas las cláusulas testamentarias de tiempos pa- 10  Constitución de 1812. CAPÍTULO III De la menor edad del Rey, y de la Regencia, Art. 193. 11  Recogido por el DIARIO DE BARCELONA, 19-04-1842. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2017, pp. 21-54. ISSN: 0482-5748


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