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JULIO ALBERT FERRERO ban el Mediterráneo occidental y controlaban las transacciones comerciales de los productos procedentes de los países correspondientes. Estos puestos avanzados del comercio internacional estaban controlados por poderosas guarniciones. Cartago fue la ciudad industrial y comercial más próspera del mundo. A lo largo de la costa de África, su monopolio descansaba en el control de los puertos desde Trípoli hasta Tánger, lo que suponía albergar en el interior de sus dominios tres millones de beréberes. Además, mantenía varios puertos en España que le proporcionaban el acceso a las ricas minas del interior. Tenía cinco colonias en Cerdeña y recogía diezmos de la parte occidental de Sicilia, cuyas cosechas eran muy ricas. Cartago era, por tanto, el centro de una vasta red comercial, su población oscilaba entre cuatro y cinco millones de habitantes y sus comerciantes eran prósperos debido a que sus flotas eran lo suficientemente fuertes para transportar los fletes de otros pueblos fuera del Mediterráneo occidental y restringir en gran medida la piratería en este mar. El ejército y la armada cartagineses estaban compuestos por inscritos de los pueblos sometidos y mercenarios procedentes de las tribus guerreras disponibles, conducidos y dirigidos por la aristocracia mercantil. Los gastos producidos se cubrían en gran parte con los tributos de las ciudades sometidas, cuyas gentes se aprovechaban de los beneficios de la industria. Roma, por su parte, era un país eminentemente agrícola que dependía en gran medida del comercio y de los productos manufacturados por otros países. Su hegemonía en Italia no se había sustentado originalmente sobre los beneficios de los tributos de los pueblos sometidos, a diferencia de Cartago, sino que se vio obligada a ensanchar sus fronteras para mantenerlas en paz. Los beneficios de la soberanía romana sobre Italia fueron más políticos que económicos, y conforme Roma aumentaba el territorio bajo su dominio establecía alianzas sin humillar a las poblaciones sometidas, a las que permitía mantener cierta autonomía local a cambio de su apoyo militar. Los tratados romano-cartagineses, a principios del siglo III, prohibían a los barcos romanos navegar por las zonas reservadas a los cartagineses, mientras que estos se comprometían a no saquear las costas de Roma. Primera Guerra Púnica (años 264-241) La causa del conflicto fue la apetencia romana por la isla de Sicilia. Los cartagineses destruyeron con facilidad a los buques romanos, mandados por almirantes inexpertos. Sin embargo, los romanos supieron extraer lecciones de cada derrota naval y fueron percatándose de que su infantería era superior a la cartaginesa. Decididos a aprovechar esta ventaja, diseñaron el corvus, plataforma de madera dotada de unos garfios en su extremo que perforaban la cubierta del buque enemigo, permitiendo así el asalto. Merced a esta plataforma de abordaje, la batalla naval derivó en un combate de infantería embarca- 102 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 139


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