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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 139 MAS SUP 26

VICENTE MONTOJO MONTOJO Y FEDERICO MAESTRE DE SAN JUAN PELEGRÍN En el año 1668, en que terminó la guerra con Portugal, la reina gobernadora Mariana de Austria dispuso que las Galeras de España se trasladaran a invernar a Cartagena durante dos años (9), en vez de hacerlo en El Puerto de Santa María, como venía sucediendo desde 1529. Para ello se dio orden al marqués del Viso, general de las Galeras, a través del secretario del Consejo de Guerra, Pedro de Medrano, encargado de la parte de mar (10). También se comunicó a Carlos Antonio de Calonne, gobernador de armas de Cartagena (desde 1656 o 1659, hubo de afrontar varias divisiones de los regidores de Cartagena Nicolás Garro de Cáceres y Alonso de la Jara con sus parcialidades respectivas), y al ayuntamiento, para que colaboraran, así como al personal de intendencia de la escuadra, es decir a Juan Alberto Polero, factor general (11), a Luis Conde de Peralta, proveedor, y al responsable de la proveeduría de armadas y fronteras, que tenía su sede en Cartagena. La llegada del marqués del Viso, capitán general de las Galeras, fue anunciada previamente al marqués de Sofraga, corregidor de Murcia, para que se le preparase casa en Cartagena (12). De la importancia de su asiento en la villa puede servir de ejemplo el hecho de que a finales de 1670 se convirtiera en patrono del franciscano convento de San Diego (13). El Ayuntamiento de Cartagena, por su parte, ordenó reparar el muelle del puerto, en beneficio tanto del tráfico marítimo como de las Galeras del Rey, para cuya financiación se dispuso destinar el fruto del arrendamiento de la renta de dobles mollajes (14). Además, el gobernador De Calonne recibió también instrucciones sobre el traslado de las Galeras a invernar en ella y acerca de la necesidad de limpiar el puerto, para mayor seguridad del asiento de las naves. Asientos de limpieza del puerto con Juan Bautista Balfagón y planos (1668 y 1669) La disposición del traslado de las Galeras a Cartagena ―ocho barcos (15), muy pocos en comparación con los de Venecia y el imperio otomano― se efectuó en previsión de que fuese necesario limpiar el puerto, cuyo fondo estaba muy encenagado, para lo que la regente hizo enviar 400 escudos. Estas diligencias demandaban asimismo contar con más camas en el hospital de la ciudad, que era el de Santa Ana, para lo que se pidió la colaboración del ayuntamiento, al que se comunicó que debía concertarse con el marqués del Viso (9)  AMC, Ac. Cap. 1664-1669, c.º 11 sept. 1668, ff. 542v-543r. (10)  Ibídem, c.º 8 oct. 1668, ff 549r-550v. (11)  Ib., c.º 3 nov. 1668, ff. 566r-569r. (12)  Ib., c.º 4 nov. 1668, f. 570r. (13)  AMC, Fondo Cañabate Navarro, Libro crónica del Convento de San Diego, guardián 27, f. 26v. (14)  AMC, Ac. Cap. 1664-1669, c.º 7 nov. 1668, f. 571v. (15)  Su coste en 1655 fue 242.000 ducados, más seis galeras de Génova y trece de Nápoles y Sicilia. BUNES, 97-9. 82 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 139


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