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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2018

HISTORIAS DE LA MAR interesantes del LNG es que ocupa 600 veces menos volumen que en estado gaseoso, y en 1941 la East Ohio Gas Co. construyó en Cleveland la primera planta comercial de LNG del mundo: su objetivo era regular picos de consumo licuando y revaporizando, pero increíblemente la situaron contigua a una zona residencial. En origen tenía tres tanques, y cuando en plena Guerra Mundial hubo que añadir otro las restricciones o el desconocimiento hicieron que el acero de su pared interior tuviera menos contenido en níquel de lo recomendable, volviéndose quebradizo en contacto con el líquido criogénico. Las vibraciones de una línea férrea y una planta de estampado cercanas agravaron el problema, y la ausencia de diques de contención adecuados lo remató. El 20 de octubre de 1944 el nuevo tanque sufrió una rotura catastrófica vertiendo todo su contenido en calles y alcantarillas, y tras una serie de incendios y explosiones que afectaron a otro de los tanques y arrasaron 12 hectáreas, el resultado fueron 128 muertos, más de 200 heridos y unas 600 personas sin hogar. Obviamente, la incipiente industria del LNG también resultó herida de gravedad. Sobre el papel el gas natural licuado es relativamente inocuo: se trata de un líquido muy ligero (densidad 0,43-0,47), incoloro e inodoro, aunque nadie con vida puede afirmar que sea insípido. No es tóxico ni corrosivo (si consideramos no corrosivo un producto que se carga en el acto los materiales ordinarios), y tampoco inflamable a menos que se convierta en gas, se mezcle con aire en una proporción del 4-15 por 100 y se someta a una temperatura de unos 540º C, un punto de ignición relativamente elevado. La mezcla inflamable no es explosiva salvo que esté en un espacio confinado (como las alcantarillas de Cleveland), y en el peor de los casos cabe esperar que no detone sino que deflagre, limitando las consecuencias de un mal rollo. Además, a temperatura ambiente el gas es más ligero que el aire, y cualquier problema tiende a elevarse sobre los simples y potenciales mortales. El principal inconveniente de este producto es que se «sirve» a -162º C y se distribuye en «termos» de hasta 266.000 m3, por lo que cualquier fractura del recipiente es impensable. Con este condicionante y la conveniencia de no seguir quemando un dineral nació la industria del transporte marítimo de LNG, que se jugaba la existencia en su capacidad de ofrecer una seguridad irreprochable. Quienes hayan sobrevivido al rollo anterior recordarán que, a menos que hubiera un aporte «extra» de energía, la evaporación del butano en el interior de la bombona enfriaba el líquido hasta detener el proceso, y en este truco se basan los buques LNG (comúnmente llamados «metaneros») para mantener «fresco» su producto. En esencia un metanero es un buque de doble casco que combina las virtudes del termo y el botijo: el casco interior, que está separado del exterior por tanques de lastre, va recubierto de dos capas aislantes y rematado por una lámina metálica que está en contacto con la carga. Esta lámina (sorprendentemente fina) tiene un alto contenido en níquel y constituye la barrera primaria, que va apoyada sobre el aislamiento primario; a continua- 64 Enero-feb.


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