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EJERCITO 923

CORONADO, LA EXPEDICIÓN Relato de las aventuras y desventuras del general Francisco Vázquez de Coronado en su exploración por la actuales tierras del suroeste de los Estados Unidos. José Antonio Crespo-Francés y Valero Coronel. Infantería Es muy frecuente hablar de las expediciones españolas en América o en el Pacífico con una total desconexión entre ellas, tratándolas, en el mejor de los casos, como partidas de simples aventureros y, en el peor, como grupos de salteadores movidos por el ansia de encontrar oro. El Tratado de Tordesillas (1495) fijó el reparto del mundo conocido entre España y Portugal teniendo a la Santa Sede como árbitro de derecho internacional y con la pretensión de ganar territorio para la expansión de la fe católica. A partir de aquí no podemos ocultar lo que significó el mito como motor de exploración, dibujado en los márgenes de los mapas, 68  /  Revista Ejército nº 923 • marzo 2018 al otro lado del mundo conocido y que según se iba descubriendo se reubicaba de nuevo al otro lado de esa frontera. Los virreyes de Nueva España, siguiendo las normas emanadas de la Corona, iban expandiendo la frontera del norte, desde las costas atlánticas a las del Pacífico y por todo el centro y suroeste del subcontinente norteamericano. Cada fracaso, y no fueron pocos, sumaba una nueva cantidad de información, a veces algo imaginativa, que empujaba a los virreyes a enviar otras nuevas expediciones exploratorias. La desastrosa expedición a la Florida de Pánfilo de Narváez hizo que sus cuatro supervivientes, Cabeza de Vaca, Andrés Dorantes, Alonso del Castillo y Estebanico, trajeran relatos de ciudades al estilo de las medievales españolas. Es normal que después de haber visto chozas vegetales y otras hechas de pieles al llegar a auténticos pueblos, además vacíos, la imaginación les jugara una mala pasada pensando en las fabulosas siete ciudades de Cíbola y Quivira, primeramente dibujadas en el Caribe y ahora reflejadas en los mapas al norte de Nueva España. Los relatos de las peripecias de Cabeza de Vaca, puestos en el texto Naufragios, con el que ojalá algún día un director de cine español se atreva, calaron y, añadiendo a ello los relatos de los nativos, hicieron que el primer virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, tomara las medidas en septiembre de 1538 para enviar una partida exploratoria hacia el norte en búsqueda de las siete ciudades dirigida por fray Marcos de Niza, acompañado de


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