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EJERCITO 924

El segundo teniente López Donoso (primero por la izquierda) en Filipinas Es destinado a la isla de Cuba, si bien por Real Orden de 16 de octubre (D.O. n.º 230, de 17 de octubre) es modificado el destino y asignado al distrito militar de Filipinas Rincón de la Historia  /  69 donde prestó servicio en el Depósito de bandera y embarque para Ultramar de dicha ciudad andaluza. Fue en Cádiz y en la iglesia de San Antonio donde nuestro héroe, con 30 años cumplidos, contrajo matrimonio, el 29 de noviembre de 1892, con doña Ángeles de Fe y Jiménez, de 27 años de edad, natural de Jaén. «Quedaron atrapados en Filipinas y en precarias condiciones de existencia muchos oficiales, soldados, funcionarios, frailes y civiles españoles que solo después de muchas penalidades pudieron retornar a España y fueron recibidos con silencio e indiferencia» 1895 es un año crucial en la vida de López Donoso. Por Real Orden de 3 de octubre de dicho año (D.O. n.º 220, de 5 de octubre) es ascendido, con efectos desde el 27 de julio y previa solicitud, al empleo de segundo teniente de la Escala de Reserva retribuida de infantería y es destinado a la isla de Cuba, si bien por Real Orden de 16 de octubre (D.O. n.º 230, de 17 de octubre) es modificado el destino y asignado al distrito militar de Filipinas, y queda en expectativa de embarque para dicho archipiélago. JUAN LÓPEZ DONOSO EN FILIPINAS El 3 de enero de 1896 López Donoso y sus compañeros dejan atrás familia, recuerdos, vivencias, el calor de un hogar y de una Patria y parten con destino a unas tierras exóticas que la mayoría solo conocen de oídas y en las que arriesgarán sus vidas luchando no solo contra los rebeldes, sino arrostrando los peligros y dificultades causados por una geografía adversa y por las enfermedades propias del país, más mortíferas muchas veces que las mismas armas de los insurrectos. Pese a estos augurios salen contentos a bordo del vapor correo Isla de Mindanao movidos por el deseo de servir a España y animados por la curiosidad de pisar lejanas tierras, de conocer otras gentes y otras costumbres. El viaje, a través del canal de Suez, dura justo un mes, y entran en la hermosa bahía de Manila el 2 de febrero. Podemos imaginar la impresión que causaría a los recién llegados la vista de la ciudad, «la perla de oriente», semejante a una fortaleza antigua con sus fosos, murallas, baluartes y reductos. Al pasear por la ciudad admiraron sus edificios oficiales, los magníficos conventos de las órdenes religiosas y el bullicio de sus calles más comerciales. Pero poco podrá disfrutar nuestro héroe pues, a los pocos días de llegar, el 12 de febrero de 1896, será destinado al Regimiento de Línea Bisayas n.º 72, y embarca cinco días más tarde con su compañía en


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