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ANTONIO C. CAMPO LÓPEZ ya que en algunas ocasiones los holandeses habían logrado capturar y reutilizar alguna nao española. Peligros y amenazas del Socorro El riesgo de naufragios La navegación desde Cavite hasta las Molucas bordeando las islas Filipinas no era fácil. Pese a la larga distancia, muchos tramos de la ruta no discurrían por mar abierto y la flota debía lidiar con el riesgo que entrañaban los cercanos arrecifes de coral, los cuales, junto con las tormentas, provocaron un gran número de naufragios. Entre las instrucciones que debían seguir todas las naves de la flota estaba la de procurar alejarse de la costa, para evitar el riesgo de «tocar fondo» con la nave. El peligro era aún mayor en el viaje de ida, por la sobrecarga de muchas de las naves. Rebeliones a bordo La escasez de la población española en Filipinas provocó que en muchas ocasiones se hubiera de recurrir a los nativos de las zonas asiáticas para completar la tripulación de algunos barcos. Manila, como importante centro comercial, atrajo desde su fundación a muchos comerciantes chinos, que acabaron por constituir una población propia («el parián de Manila») y que pronto superaron en número a los propios españoles (30). En las flotas del Socorro también se integraron embarcaciones chinas, que las autoridades españolas contrataban para el transporte de las mercancías a las Molucas, algunas de las cuales protagonizaron intentos de rebelión. Así, por ejemplo, en 1622 la tripulación de un champán chino alquilado para llevar provisiones a Molucas acabó matando a los españoles que transportaba en el puerto de la Caldera de Mindanao (31), y en 1650, pasando por Zamboanga, los remeros chinos de una de las galeras del Socorro lograron hacerse con el control de la nave tras matar a sesenta españoles de la guarnición (32). Junto a las rebeliones chinas, también documentamos algún episodio de deserción, esta vez protagonizado por españoles; como en 1618, cuando doce integrantes de uno de los barcos, aprovechando la escala en Punta de Naro, lograron hacerse con el control de la nave y huir con la carga hacia la isla de Borneo (33), o en 1635, cuando uno de los champanes de la flota huyó a la India (34). (30)  ALVA, p. 34. (31)  SAN AGUSTíN, p. 436. (32)  Ibídem, pp. 434-435. (33)  RAH, Fondo Jesuita, t. 84, ff.17-20. (34)  Ibídem, f. 17. Copia de una carta que un vecino de Manila escribió a un amigo suyo ausente. Manila, 15 junio 1636. 20 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 140


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