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EL SOCORRO DEL MALUCO rro, el galeón San Juan Bautista, se enfrentó a una nave holandesa que llevaba varios días esperando su llegada 20 leguas al norte de Ternate. El enfrentamiento entre ambos barcos se prolongó durante dos días, tiempo durante el cual se efectuaron hasta tres embestidas (58). La táctica española estaba clara: entretener a la principal nao enemiga, para de este modo permitir la entrada de la almiranta y del resto del Socorro. Estaba en juego asegurar la llegada de los sueldos de los soldados destinados en las Molucas ―más de 20.000 pesos, que servirían para abonar parte de sus pagas― (59). Tras un primer ataque que no resultó decisivo, a las 16.00 se inició otro que no terminaría hasta las 21.00. Tras el cese de las hostilidades, los españoles encendieron un farol para demostrar que no querían retirarse y rehusar el combate. Ambos galeones, navegando juntos durante toda la noche, volvieron a entablar combate al amanecer. El tercer y último enfrentamiento terminó por la tarde, cuando la nao holandesa, tras sufrir más de 60 bajas y obligada por una gran pérdida de agua, tuvo que retirarse, siendo perseguida por la española, que acabó tomando puerto en Rume, en la isla de Tidore. La nao enemiga, con grandes daños, logró finalmente llegar al fuerte Malayo (60). La escasez de Nueva España (1645-1648) La época de grandes Socorros mandados por inmensos galeones de guerra había llegado a su fin. La gran escasez de recursos en Filipinas, propiciada por la ausencia de los galeones de Acapulco, se tradujo en Socorros muy escasos, integrados por naves de carga y con apenas escolta. En 1645, el Socorro estuvo compuesto exclusivamente por champanes y pequeños barcos sin la compañía de ningún galeón (61). Esta ausencia se trató de compensar con una galera fija en las Molucas, siempre alerta para escoltar la llegada de la flota (62). Al año siguiente, ante la escasez de Manila, el envío del Socorro se tuvo que gestionar directamente desde la villa de Arévalo. La falta de ayuda de Nueva España ―en 1647 no llegó a Manila ningún galeón procedente de Acapulco (63)―, sumada a la presencia de barcos holandeses en los alrededores de la bahía de Manila ―en los años 1646 (64) y 1647, con un fallido (58)  AGI, Filipinas 52, N.5. Confirmación de encomienda de Cuyo. Manila, 13 de noviembre de 1666. (59)  AGI, Contaduría 1221, f. 336. Caja de Filipinas, Cuentas. (60)  AGI, Indiferente 113, N.50. MéRITOS: Pedro Fernández del Río, 20 de mayo de 1648. (61)  AGI, Filipinas 22, R.1, N.1. Libro de cartas de la Audiencia de Manila. (62)  AGI, Filipinas 50, N.40. Confirmación de encomienda de Bagatayan, etcétera, 9 de octubre de 1653. (63)  BORÁU MATEO. (64)  SPATE, p. 55. Durante 1646, una flota de 18 barcos (divididos en dos escuadras) navegaba por aguas filipinas. La defensa española solo consistía en dos galeones. La meritoria defensa de estos galeones ante la superioridad holandesa es el origen de las celebraciones de la «Naval de Manila». Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 27


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