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RGM MAYO 2018

RUMBO A LA VIDA MARINA llaremos el siguiente esquema: larva leptocéfalo, angula, anguila amarilla y anguila plateada. Partamos de la cabecera de un río, donde nos encontraremos con unas anguilas que son ¡todas hembras!, de una edad comprendida entre los 15-20 años y una longitud en algunos casos próxima al metro. Las identificamos como anguilas amarillas por su dibujo y colorido. Su próximo destino es regresar a la mar. Ya veremos cómo. Y quien dice cabecera de un río bien podría decir un cuenco lacustre aislado donde San Pedro dio las tres voces. ¿Y cómo es posible el milagro de que llegaran las anguilas hasta allí? Pues la contestación es sencilla: llegaron «andando, que es gerundio». Pero, por si era poco el milagro, se han detectado en acuarios ejemplares con edades próximas a los 80 años, cuando a los 20 ya hemos dicho que tienen firmado el pasaporte de regreso a la mar. Y si esta provecta edad se corresponde con otra real en la libertad de la naturaleza, quiere decir que ha tenido en su vida tiempo más que suficiente para hacer cualquier locura. Y es que si hay un pez preparado para pasearse por lo seco, ese es la anguila, que pertenece al orden de los Anguiliformes, dentro del cual comparte parentesco con las morenas y con los congrios. Y, mira por dónde, los tres tienen aspecto serpentiforme, que es el ideal para moverse entre las grietas marinas, covachas y las intrincadas raíces de los manglares, que ya sabéis que son la transición vegetal entre la mar y la tierra. O sea, el aspecto ideal para salir pitando de la mar y darse un garbeo por las avenidas del polvo terrestre con sus múltiples obstáculos. El mismo aspecto que tiene el dipnoo protopte- El que cada hembra de anguila ponga millones de huevos en el mar de los Sargazos garantiza que en su largo y peligroso periplo, sometida a una presión predatoria e inclemencias sin igual, alguna larva podrá llegar indemne a Europa, suerte que no tuvo la angula que es devorada, en la foto de Juan Carlos Epifanio, por un archibebe claro, Tringa nebularia, en los Placeres de Lourizán, Pontevedra. 2018 677


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