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Wellington se refugiarán en Portugal, de donde no saldrían ya decididamente hasta 1812. Napoleón decidió atacar Austria, creyendo que España era una cuestión terminada. Él mismo reconocería el gran error en sus memorias. La guerra no había hecho más que empezar. Se produjeron las gestas de los asedios de Zaragoza y Gerona, donde sus habitantes y, sobre todo, la guarnición militar resistieron y combatieron entre ruinas hasta agotar sus recursos y ser vencidos por el hambre y las privaciones. UN DESEQUILIBRIO PERMANENTE EN FUERZAS Y MATERIAL Al producirse la sublevación en toda España durante el mes de mayo de 1808, el desequilibrio de fuerzas existente entre los dos bandos era patente. Como ya hemos apuntado, frente a los 180.000 invasores, el Ejército Real no era capaz de alinear más de 90.000 efectivos, que además se encontraban dispersos por todo el territorio y, como hemos dicho, en el exterior. La única concentración eficaz de fuerzas se realizó en el sur, donde el teniente general Francisco Javier Castaños organiza el ejército de Andalucía, que derrotará a Dupont en los campos de Bailén. La destrucción del resto de las unidades regulares por las deserciones o las derrotas no podrá ser compensada por la creación, entusiasta pero improvisada, de multitud de regimientos de voluntarios con nula capacidad combativa frente a las experimentadas tropas imperiales de Napoleón. 8  /  Revista Ejército nº 926 • Extraordinario junio 2018 El desbarajuste en la creación de estas unidades por parte de las Juntas de Defensa Provinciales consumió los recursos de armas y equipo recién llegados de Gran Bretaña, como los perdidos por las tropas asturianas en la derrota de Espinosa o los conseguidos mediante el esfuerzo de autoridades y particulares para equipar a las tropas valencianas o extremeñas. Si bien los números se equilibrarían relativamente a finales de 1808 (240.000 imperiales frente a unos 220.000 aliados), no podía ocurrir lo mismo con la calidad. El desequilibrio numérico en tropas regulares se acrecentaría tras las derrotas españolas de 1809 para no recuperarse jamás. Se ha calculado que los imperiales pudieron alinear hasta un máximo de 400.000 hombres en la Península en los períodos Sir Arthur Wellesley, duque de Wellington, comandante en jefe del ejército aliado en España La artillería española se demostró eficaz en numerosas ocasiones, aunque las piezas eran de mayor calibre y mucho menos maniobrables que las francesas. No existieron tropas de tren de combate hasta 1811, y las baterías a caballo eran muy escasas


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