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Revista de Historia Militar 123

202 JOSÉ ANTONIO PÉREZ GIMENA segundo escalón. A la izquierda: la caballería ligera, al mando de Ivo de Alegre, desplegada en un tercer escalón también retrasada respecto al centro. Comenzó la batalla con la carga de la caballería de Luis de Ars sobre la izquierda española. Fue detenida por el foso y las estacas de la defensa y diezmada por los fuegos de los espingarderos, escopeteros y artillería españoles. En un momento dado estallaron varios carros de pólvora españoles, y hubo unos instantes de alarma entre las filas españoles. Pero el Gran Capitán animó a sus soldados con su célebre arengando: “¡Buen anuncio! Estas son las luminarias de la victoria.” El duque de Nemours quiso aprovechar el incidente y volvió a la carga. Su caballería fue detenida y diezmada de nuevo. Tras este intento, inició con sus tropas un fuerte ataque de flanco hacia la posición española de García de Paredes buscando romper el dispositivo defensivo. La presión sobre las posiciones de García de Paredes (“El Próspero” como le apodan las crónicas) hizo que el Gran Capitán pensase enviarle refuerzos, pero el hidalgo extremeño respondió secamente al ofrecimiento de su superior “pues somos acá gente tan principal como para pelear solos contra todo el mundo cuanto más contra todo el ejército francés”. El ataque de los franceses de Nemours se efectuó bajo un terrible fuego, de tres en fondo, de los espingarderos españoles, hasta que un tiro acabó con la vida del duque. A pesar de la muerte de su jefe el coronel suizo Chaudieu se lanzó al ataque del centro del parapeto español defendido por los piqueros alemanes. Por tres veces llegó hasta el parapeto, y por tres veces fue detenido por una muralla de picas infranqueable, hasta que, atacado de flanco por los espingarderos españoles que destrozaron sus formaciones, una bala acabó con la vida del coronel suizo. Sin jefe y desorientados ante el intenso fuego de los espingarderos, los soldados suizos y gascones se desbandaron y en su huida chocaron contra la caballería ligera situada a su retaguardia, a la cual lograron desordenar. El Gran Capitán comprendió que había llegado el momento decisivo de la batalla, por lo que ordenó un ataque general. Los franceses en desbandada, fueron perseguidos hasta su campamento. Luis de Ars logró refugiarse en Venosa, perseguido de cerca por Pedro de Paz; Ivo de Alegre huyó a Gaeta con sus jinetes sin entrar en combate. Aquella noche Próspero Colonna y otros capitanes españoles cenaron en la tienda del duque de Nemours. La batalla duró lo que el crepúsculo de aquel día, pues no era noche cerrada cuando los españoles lograron la victoria. Las pérdidas francesas fueron de más de tres mil hombres, toda su artillería y equipaje y la mayor parte de sus banderas. Según el cronista Andrés Bernáldez, don Tristán de Acuña hizo un recuento de cadáveres por orden del Gran Capitán, y el número resultante ascendió a 3.664, si bien el propio don Tristán reconoció Revista de Historia Militar, 123 (2018), pp. 202-232. ISSN: 0482-5748


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